La escasez de generosidad, o de memoria, o de vergüenza de quienes conceden todos los años las Medallas de Extremadura (el Presidente de la Junta y su Consejo de Gobierno), ha vuelto a ponerse de manifiesto por segundo año consecutivo. Sin desmerecer en absoluto a los que han sido distinguidos este año -vaya por delante mi enhorabuena a todos ellos-, la no concesión de la misma a título póstumo, tampoco en esta ocasión, a Ángel Campos Pámpano, echa paladas de tierra encima de tanta palabrería hueca acerca de la hermandad con Portugal, tanta Delegación de Extremadura en Lisboa, tanto Gabinete de Iniciativas Transfronterizas, tanto Ágora…
Porque si hubo alguien que trabajó en el terreno de la cultura para ese acercamiento y comprensión entre Extremadura y Portugal, ése fue Ángel Campos Pámpano.
Y no sólo en relación con Portugal: sus años como presidente de la AEEX, la creación y mantenimiento de las siete Aulas Literarias de nuestra Comunidad (envidia y asombro de muchos de los escritores invitados a ellas), el empeño y apoyo, junto con Fernando Tomás Pérez -otro añorado hombre de cultura- y la AUPEX, en poner en marcha los Talleres Literarios que proliferan en muchas localidades de la región, su propia labor como excelente poeta y traductor, su magisterio como profesor de tantas promociones de alumnos…
Nada de esto ha sido tenido en cuenta; dos consejeras de Cultura después de su muerte han sido incapaces de mostrar un poco de reconocimiento y sensibilidad hacia su obra y su figura. Obra y figura que, sin duda, sobrevivirán en la memoria de las personas de bien bastante más tiempo que la de estos políticos que ¿nos representan?
Desde luego, en este caso, y a quien esto suscribe, no.
Gracias Álvaro, gracias Miguel Ángel, por mostrar también de manera decidida -y en primer lugar- esta misma indignación -y pena, y estupor, y descreimiento- que ahora mismo me embarga.
Imagen: Laura Covarsí
Elías, suscribo totalmente tus palabras. Se ve que una cosa es predicar y otra dar trigo. Un abrazo. Chema.
ResponderEliminarSí, Chema, lo de dar trigo se ve que no es cosa de algunos.
ResponderEliminarAsí que nada, a predicar, a ver si vendemos la moto.
Un abrazo.
Yo estaba pensando hoy en esto, a raíz del texto sobre Ángel que te conté ayer y que tengo pendiente de colgar. Que vamos a ver. Lo voy a decir más burramente de lo que se lo dije a Miguel Ángel: ¿el reconocimiento de los mediocres no le vuelve mediocre a uno? ¿No sería para asustarse, que un puñado de mediocres se pusiera de acuerdo en tu valía?
ResponderEliminarSigo diciendo lo mismo: no quiero la Medalla de Extremadura para Ángel Campos Pámpano, a quien vosotros queríais más que yo (pero yo también le quería). Ni loca, la quiero.
Ves, amiga, así me gusta; contraste de pareceres.
ResponderEliminarDos preguntas las tuyas para discutir delante de un café, al fresquito.
A ver si cuando vuelvas de ese viaje que sí vas a hacer.
Un beso.