Tipos turbios, oscuros, solitarios mareando la copa, amargados recreándose en sus penas, cazadores inhábiles al acecho de mujeres con la guardia baja, mirones tacaños…
Con semejante clientela, no me extraña que acabara cerrando al poco tiempo, tras tres o cuatro lunas como mucho, calculo yo.
Imagen: Robert Doisneau
Sentido texto con una excelente fotografía.
ResponderEliminarUn abrazo.
Bueno, dicen que a veces los peores bares a las peores horas, están llenos de la mejor gente...
ResponderEliminaro igual no era el caso aquí. Un abrazo
En este caso, Antonio, sin discusión, la foto gana de largo.
ResponderEliminarAbrazos.
A ver, Suso, no era mala gente, sólo poco "gastosos".
ResponderEliminarMucha ocupación, pero poca ganancia para el dueño.
Y cerró, claro.
Un abrazo.
A veces uno se va a un bar, más o menos tranquilo, para no quedarse en casa atiborrandose de la propia pena. Es como cambiar de aires para olvidar 'un no sé qué'en un lugar donde cada uno carga el suyo.
ResponderEliminarUn saludo
Tienes razón, Ada, los bares -mejor los tranquilos- pueden ser un estupendo refugio contra ese "no se qué" del que hablas.
ResponderEliminarUn saludo.