jueves, 5 de agosto de 2010

En el bar



Conocí una vez un bar -“La Luna”- que, como el hermoso satélite, sólo abría de noche.

Tipos turbios, oscuros, solitarios mareando la copa, amargados recreándose en sus penas, cazadores inhábiles al acecho de mujeres con la guardia baja, mirones tacaños…

Con semejante clientela, no me extraña que acabara cerrando al poco tiempo, tras tres o cuatro lunas como mucho, calculo yo.

6 comentarios:

  1. Sentido texto con una excelente fotografía.

    Un abrazo.

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  2. Bueno, dicen que a veces los peores bares a las peores horas, están llenos de la mejor gente...
    o igual no era el caso aquí. Un abrazo

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  3. En este caso, Antonio, sin discusión, la foto gana de largo.

    Abrazos.

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  4. A ver, Suso, no era mala gente, sólo poco "gastosos".
    Mucha ocupación, pero poca ganancia para el dueño.
    Y cerró, claro.

    Un abrazo.

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  5. A veces uno se va a un bar, más o menos tranquilo, para no quedarse en casa atiborrandose de la propia pena. Es como cambiar de aires para olvidar 'un no sé qué'en un lugar donde cada uno carga el suyo.
    Un saludo

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  6. Tienes razón, Ada, los bares -mejor los tranquilos- pueden ser un estupendo refugio contra ese "no se qué" del que hablas.

    Un saludo.

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