Un aviso visto en un comercio que, casi sin querer, resulta de lo más subversivo contra la sacrosanta institución del matrimonio:
Sin comentarios.
Desde aquel primero "Entrevista con el pájaro" (Ed. Losada,1968), hasta este último y póstumo "Pan", que acaba de aparecer en Ed. Pre-Textos, la obra de José Viñals es de un enorme calado e importancia en la poesía en español durante la segunda mitad del siglo pasado y lo que llevamos de éste.
Quienes de vosotros queráis acercaros a su obra os recomiendo este magnífico monográfico que la revista Lunas Rojas le dedicó, preparado por Benito del Pliego y Andrés Fisher. Preparada también por ambos, dentro de unos meses se publicará una extensa antología, "A caballo", que publicará la Editora Regional de Extremadura y de la que daremos cumplida noticia en su momento.
De no menos importancia será la tesis que, acerca de su obra, lleva preparando desde hace años uno de sus mejores amigos, el también poeta, Guillermo Fernández Rojano, y que muchos de nosotros ya estamos deseando ver concluida y publicada.
(A José Viñals)
Como Bebo
con sus manos lisas manos nadie
se atreva a beber.
Nadie toque
las manos de los ancianos.
Porque han perdido
las huellas. Mirad
cómo se retrae y se estira
la piel
junto a las uñas.
Y se llena de brillos que se apagan.
Tienen los viejos cierta
ternura de tocar
las cosas que no vemos.
Tienen los poetas cierto
ritmo de andar
por casa de las caracolas.
Y hoy tengo los oídos calmados
llenos de agua dulce que sosiega.
A qué música tenderme.
En qué fuente mi cobijo.
Hay días que tanto duele
como
Bebo
en las manos de José.
Marino González Montero
La campanilla pulsátil de la garganta, las afinadas cuerdas vocales, la delicada fisiología de la laringe; las abultadas amígdalas, los estremecimientos del esófago, las posiciones variadas de la lengua, la acústica campana de la boca, la dinámica ruda de las respiraciones, la saliva, las glándulas, vasos, venas y arterias, epitelios, el vino, el humo del cigarro, la linfa, la epiglotis, las vocales ardidas, las soberanas consonantes, el verbo, la bufanda de lana de vicuña, el caudal del aliento, el incendio sagrado de la tarde, para decirte: Te amo.
Otros
Ahora ya somos otros: acaso
como aquellos que envidiábamos
mientras sonaban las canciones de moda,
los que nos causaban espanto
con sus atuendos tan formales,
su exquisita educación para con las mujeres,
su manera de fumar en silencio,
aquel estilo de alzar la copa o sorber el café
que nos servía de diversión y burla
para toda la semana
habrá que resistir a esta mezquina
venganza de la memoria, a este dolor
como un cáncer en la conciencia,
a la lenta humillación a que nos somete esta edad
en que ya somos como aquellos otros
que en secreto despreciábamos
Me acuerdo de una foto de Manuel Iglesias donde un perro callejero -seguramente ateo- mea a traición, con saña y alevosía, el hábito de unas monjas.
Toda una filosofía encerrada en un solo gesto.
No sé si será cierto, como dicen algunos, que el asesino siempre regresa al lugar del crimen. Lo que sí es cierto es que determinados viajeros suelen volver a las ciudades que les impactaron en su primera visita. Soy uno de esos viajeros sentimentales. Prueba de ello es que acepté sin pensármelo dos veces la oferta que me hicieron los responsables del proyecto Leer Extremadura de viajar a Buenos Aires para hacer una lectura sobre mi novela "Historias de Ciconia" (delalunalibros, 2008). El acto literario tuvo lugar el 3 de octubre de 2009 en la Casa de Extremadura de la ciudad de La Plata, a una hora en coche desde la capital argentina, donde yo había levantado mi cuartel para una estancia de seis días.
A Buenos Aires fui solo en 1999, y solo he ido ahora, diez años después. No me quejo, ni mucho menos, porque es esa soledad de viajero la que me ha permitido patear la ciudad tal como me gusta: andando mucho pero sin prisas y sin más obligaciones que las dictadas por los deseos del momento.
Ciconia, noviembre 2009
Francisco Rodríguez Criado es escritor y gestiona el blog de literatura http://www.narrativabreve.com/.