domingo, 28 de febrero de 2010

Subversión


Un aviso visto en un comercio que, casi sin querer, resulta de lo más subversivo contra la sacrosanta institución del matrimonio:

Cerrado por viaje (no es de placer, voy con mi mujer).

Sin comentarios.


sábado, 27 de febrero de 2010

José Viñals, (in memoriam-2)





Hoy se cumplen tres meses de la muerte de mi amigo, de mi maestro, del enorme poeta y ser humano, José Viñals Correas. Murió tranquilo, durante su adorada "siesta del obispo", como él la llamaba. Desde entonces, todos los días, en algún momento de los mismos me asalta una sensación de orfandad que sólo halla consuelo con la lectura de sus versos, con el recuerdo de su palabra y sabiduría, de su abrazo y generosidad.

Desde aquel primero "Entrevista con el pájaro" (Ed. Losada,1968), hasta este último y póstumo "Pan", que acaba de aparecer en Ed. Pre-Textos, la obra de José Viñals es de un enorme calado e importancia en la poesía en español durante la segunda mitad del siglo pasado y lo que llevamos de éste.

Quienes de vosotros queráis acercaros a su obra os recomiendo este magnífico monográfico que la revista Lunas Rojas le dedicó, preparado por Benito del Pliego y Andrés Fisher. Preparada también por ambos, dentro de unos meses se publicará una extensa antología, "A caballo", que publicará la Editora Regional de Extremadura y de la que daremos cumplida noticia en su momento.

De no menos importancia será la tesis que, acerca de su obra, lleva preparando desde hace años uno de sus mejores amigos, el también poeta, Guillermo Fernández Rojano, y que muchos de nosotros ya estamos deseando ver concluida y publicada.



Entre la multitud de amigos que dejó, uno de ellos, Marino Gozález Montero, editor de la reedición de su magnífica novela "Nicolasa verde o nada" en su editorial de la luna libros, me autoriza a reproducir este poema en su memoria:

BEBO VALDÉS TOCA POR TANGOS

(A José Viñals)


Como Bebo
con sus manos lisas manos nadie
se atreva a beber.
Nadie toque
las manos de los ancianos.
Porque han perdido
las huellas. Mirad
cómo se retrae y se estira
la piel
junto a las uñas.
Y se llena de brillos que se apagan.
Tienen los viejos cierta
ternura de tocar
las cosas que no vemos.
Tienen los poetas cierto
ritmo de andar
por casa de las caracolas.
Y hoy tengo los oídos calmados
llenos de agua dulce que sosiega.
A qué música tenderme.
En qué fuente mi cobijo.
Hay días que tanto duele
como
Bebo
en las manos de José.


Marino González Montero




Para concluir, reproduzco a continuación uno de los poemas que José me autorizó a publicar en una limitada y artesanal edición como regalo para mis compinches.
Pertenece al libro "Prueba de artista", editado por Del Oeste Ediciones.

TRATADO DE ANATOMÍA

La campanilla pulsátil de la garganta, las afinadas cuerdas vocales, la delicada fisiología de la laringe; las abultadas amígdalas, los estremecimientos del esófago, las posiciones variadas de la lengua, la acústica campana de la boca, la dinámica ruda de las respiraciones, la saliva, las glándulas, vasos, venas y arterias, epitelios, el vino, el humo del cigarro, la linfa, la epiglotis, las vocales ardidas, las soberanas consonantes, el verbo, la bufanda de lana de vicuña, el caudal del aliento, el incendio sagrado de la tarde, para decirte: Te amo.


3 preguntas zoológicas


¿Quién le puso oropéndola a la enamorada del aire?



¿Quién caballo al bello cuadrúpedo de ojos que parten el alma?



¿Quién tiburón al señor de los mares, al dueño feroz del silencio y la sangre?



Estas 3 preguntas zoológicas fueron publicadas por Elías Moro en una edición artesanal para ser regalada a sus amigos de la Tertulia Alcandoria de Mérida durante la navidad del año de gracia de 2004.

viernes, 26 de febrero de 2010

No lo cojas


Cuando el teléfono suena de madrugada, ten por seguro que no te ha tocado la lotería.

Una poética


Creo que fue Pessoa quien dijo aquello de que el primer verso es un regalo de los dioses. Bien, aceptémoslo.
Pero, ¿y el resto del poema? ¿Y el último?
Ah, el último verso, ese bribón escurridizo.
Puedes pagarlo con sangre, sudor y lágrimas y, aún así, no estar nunca seguro de que sea ese el exacto, el necesario.

jueves, 25 de febrero de 2010

"La Voz de su Amo"

Para Javier Barreiro

Me acuerdo del perro y el gramófono de embudo en aquellos discos de pizarra de "La Voz de su Amo".

“El silencio de la primera hoja que cae conmueve de pavor toda la selva”. 
Óscar Vladislas de Lubicz Milosz

¡Cómo pesa!


miércoles, 24 de febrero de 2010

Ortografía

Punto. Signo ortográfico que en múltiples ocasiones coloca la mosca en un texto mejor que muchos escritores.




Coma. Punto con lágrima.




Punto y coma. Travesti ortográfico.


Monólogo del burro...



MONÓLOGO DEL BURRO EN LA ADUANA ESTADOUNIDENSE POCO ANTES DE ENTRAR EN CUARENTENA ANTE UN JUAN RAMÓN CORRIDO POR LA VERGÜENZA E INCAPAZ DE ARTICULAR PALABRA.

Una y no más, santo Tomás; te juro por mis muertos que es la última vez que me subo a un buque, paquebote, clíper, bergantín, o como cojones se llame la mierda de barco en donde m´as traío. Por lo menos en estas condiciones. Menudo viajecito que m´as dao: p´acá y p´allá, p´acá y p´allá, ola va y ola viene, unos mareos de caballo (bueno, de burro) de no te menees, y la paja, o seca o empapada, nunca al dente, como sabes que me gusta. Si ni siquiera me has sacao de la bodega en tos estos días pa dar unos paseítos por cubierta; que no digo yo, eso tampoco, que a ese galope jaranero que encandila a las pollinas y que domino con tanto garbo, pero unos trotecillos por eso de estirar los remos de cuando en cuando creo yo que no te hubiera costado tanto. Pues ni eso, Juanra, ni eso… Ya me barruntaba yo que me estabas vendiendo la burra y que lo de “clase turista” no iba a ser lo que prometía. Ni clase, ni turista, porque no he visto na. Pero na de na, Juanra. To el viaje encerrao en la bodega, rodeao de maletas, jaulas, armatostes, oyendo chirridos y ruidos de motor, gemidos y estruendos. Y acojonao de miedo, que desde aquello del Titanic no me fío yo del agua na más que pa beberla. Y encima esos marineros zafios que se divertían a mi costa pegándome palos en los costillares, haciéndome babear de rabia, esquivando mis coces… Unos grandísimos hijos de la gran Bretaña, por decirlo finamente y no mandarlos a que les den por donde amargan los pepinos. ¡Panda de mamones! Mal rayo los parta. De modo que ya lo sabes, poeta: si algún día te da por volver al terruño, a esas marismas de Moguer donde sí que estaba fetén antes de conocerte, triscando yerbita fresca, tumbao a la bartola y espantándome las moscas, ora con el rabo, ora con las orejas, o me sacas un pasaje en condiciones (en segunda, como mínimo, y con derecho a tumbona) o te va a acompañar tu tía la del pueblo. Que ya sabes que los burros, como nos encabronemos, somos muy burros. ¿Lo captas? Que yo ya tengo una edad y no estoy pa estos trotes, mira, nunca mejor dicho; que después de este viajecito ya ni blando, ni peludo, ni suave. Que me duele to, Juanra, que no me siento ni las orejas ni las pezuñas, que me podías tener un poco más de respeto, vamos, digo yo. A quien se le diga, Juanra, con lo que yo he hecho por ti. Porque, ¿quién te hizo famoso, eh, a ver, quién? Venga hombre, contesta. ¿No? No importa, ya te lo digo yo: el menda. Y es que siempre has sido un poquillo avinagrao y un desagradecío, pisha: vate insigne, vale; gloria de las letras patrias, vale; Premio Nobel (bueno, todavía no, pero ya caerá, ya), vale también, pero avinagrao lo eres un rato, no me digas, y a veces hasta con una mala follá que no se la salta un gitano del Sacromonte. Por lo menos conmigo, a la vista está, que vergüenza debería darte.
Que m´as dao mu mala vida, Juanra; entre la Zenobia (esa bruja) y tú, me habéis traío a mal traer: to el santo día p´arriba y p´abajo, p´arriba y p´abajo, que si una presentación, que si una conferencia, que si una reedición, que si la leche en polvo… Y el pobre Platero (que esa es otra, el nombrecito de los huevos) encerrao en cajones, durmiendo en establos de mala muerte y pegando tumbos como un desgraciao por esos caminos de cabras. Que si no nos hemos matao en más de una ocasión será porque Dios no ha querío.

Y ahora, encima, la cuarentena, chúpate esa: valiente gilipollez la de estos yanquis. Hala, por si no había tenido bastante, o le había cogido el gusto, que vete tú a saber las retorcidas razones que tendrán para esta tortura, cuarenta días más encerrao por la cara. Como dice el refrán: “Si no quieres caldo, tres tazas. Y la última, rebosando”. Por precaución, dicen. Por si tengo algo malo, dicen. Y como yo digo: pero, vamos a ver, hijos de mis entrañas ¿qué de malo voy a tener yo si, aparte de la paliza que traigo encima, estoy como un toro? ¿Pero es que no veis este perfil latino, este porte de alazán, esta equina elegancia? Fíjate que todavía no he perdido el humor del todo. Pero vamos, que me da a mí en los belfos que ni matándolos de risa, o regalándoles el librito de marras, me libro de los cuarenta días. Pues no son cabezones ni na estos fulanos.
Y mientras yo me chupo la condena y me lamo las heridas y me cago en tos sus muertos dos o tres veces por día, que les voy a dejar to esto perdidito de plastas, la Zenobia y tú zascandileando por ahí: que si al teatro, que si a comer aquí o allá, ahora una universidad, luego unos garbeos por la Gran Manzana…
Pues no me parece bien, qué quies que te diga, no señor, no me parece bien.

Me tiemblan las carnes na más que de pensar dónde me vas a meter cuando salga de esta pocilga, vistos los penosos antecedentes. ¿Hay cuadras decentes en ese sitio? ¿Y yegüitas guapas? ¿A que no? Porque en un hotel no creo, y entonces a ver, eh, a ver. Que te estoy viendo venir, Juanra, que me la juegas otra vez, y voy estando mu necesitao. Pero mucho, mucho. ¿Me entiendes? Y es que, por más vueltas que le doy, no acierto a adivinar qué te habré hecho yo a ti para que me trates así.

¿Pero sabes, Juanra -y esto que quede entre tú y yo, no metas a la bruja por medio-, lo que más me jode de ti? ¿No? ¿No caes? Venga, hombre, haz un esfuerzo, pon a currar tu fina "intelijencia". Pues lo que más me repatea, para que te enteres de una vez por todas, es esa puñetera manía tuya con las jotas. Mira, no es por llevarte la contraria, pero si las ges y las jotas están donde están será por algo. Vamos, digo yo. Así que ya sabes: como tú mismo dices, “No la toques más, que así es la rosa”. O sea, en román paladino, déjalas quietecitas, no vayamos a joderla.
Y no me pongas ese jesto en la jeta que te va a salir giba (también llamada joroba).
Que mira que eres pesao con el temita.

Hala, vete.
(Texto publicado en el nº 20 de la revista la luna de mérida
dedicado a Juan Ramón Jiménez y estrenado en diciembre de 2008)






martes, 23 de febrero de 2010

Confidencia


“A mi padre lo mataron, ya ves tú, por un quítame allá esas pajas. Con lo que él era. Era muy pendenciero mi padre. Siempre enredado en broncas y peleas por su soberbia y mal pronto.
Que si tú qué miras; que si lo que me sale de ahí; que si mira que te doy; que si qué vas a dar tú, mierdecilla…
Ya sabes cómo empiezan estas cosas: machadas de gallitos que no soportan que otro escarbe en su corral.
Pues mira tú por dónde, aquella noche resultó que el otro gallito tenía los espolones más recios. Y quien dice espolones, dice una albaceteña de muelles como para quitar el hipo.
Tres navajazos, tres, le metió en el hígado, el cuello y el pulmón izquierdo.
El gallo que era mi padre dejó de cacarear de golpe, se le aflojó la cresta, y se quedó, en un pispás como suele decirse, pajarito, más tieso que la mojama, fiambre total.
Más tranquilos que nos quedamos en casa… Hasta los huevos estábamos de él.
Porque la verdad es que mi padre era un cabrón con pintas que bien se lo merecía.

Venga, hombre, tómate otra, no pongas esa cara.
Son cosas que pasan”.

Siesta

Me acuerdo de lo que dice mi hermana a la hora de la siesta: “Voy a echar un morronguito”.


lunes, 22 de febrero de 2010

El algodón no engaña (1)

Para Rafael Castillejo y su viejo "desván".

Es La Española una aceituna como ninguna.





Moraleja: compre una Agni y tire la vieja.

domingo, 21 de febrero de 2010

Reestreno (un poema ilustrado)

una diligencia avanza entre nubes de polvo perseguida por bandidos el imperio romano se derrumba con estrépito bajo el ataque de los bárbaros el que traicionó a sus compinches avanza por la tabla de un bajel hacia las fauces de los tiburones en el tercer asalto besó la lona fulminado por un crochet el humo de un cigarrillo dibuja formas de soledad policías patosos persiguen a cien por hora a un vagabundo endemoniadamente listo el bulto de un cadáver adorna una alfombra a las doce el conde Drácula despliega sus alas sobre todos nuestros miedos











la noche es rubia y me mira


sábado, 20 de febrero de 2010

Fernando Assis Pacheco (1937-1995)



Me acuerdo de Assis Pacheco una mañana de verano en Lisboa. Nos habíamos citado por teléfono, y cuando mi mujer y yo llegamos a la redacción de la revista donde trabajaba -era en un viejo edificio con una fachada herrumbrosa y bella y escalones de mármol desgastados por el uso- estaba escribiendo para nosotros qué lugares visitar, dónde comer barato y bien, aquello que nos convenía evitar…
Me dio un abrazo de oso con ese afecto poderoso y suyo que avasallaba y fuimos a tomar café a una típica adega regentada por un matrimonio gallego que le trataba de don.

Meses después llamó Ángel para decirme “ha muerto Fernando”, y yo sentí de nuevo todos mis huesos bajo su abrazo. Luego comentó que el infarto le sobrevino en una librería y esa circunstancia, por extraño que parezca, me sirvió de consuelo.

Y sé que algún día me parecerá increíble cómo hace diecisiete años, mientras redactaba este texto, se me empezaron a agitar con pánico los huesos de la mano derecha.


Este homenaje a su persona se publicó en el nº 14-15 de la revista hispano lusa Espacio/Espaço Escrito y en La tabla del 3 (de la luna libros, 2004).


Los textos en cursiva del último párrafo son versos suyos y pertenecen a poemas sin título del libro “Memória do contencioso”.


Transcribo a continuación -de manera bilingüe- el poema de donde está sacado el primer verso en cursiva del texto, traducido por Ángel Campos Pámpano, en la Antología de Poesía Portuguesa Contemporánea “Los nombres del mar” (ERE, 1985).

4:
é inacreditável como há dezassete anos
comecei a geraçao contigo
num ferry-boat sobre o moliço

lembro-me do jeito romantik
da cena: os lenços
os lenços brancos as lágrimas

e eu de pé na popa como se um deus
malicioso me escolhesse
para troféu do verão


4:
es increíble cómo hace diecisiete años
empecé la descendencia contigo
en un ferry-boat sobre las algas

recuerdo el tono romantik
de la escena: los pañuelos
los pañuelos blancos las lágrimas

y yo de pie en la popa como si un dios
ladino me eligiera
como trofeo de verano

W.B.Yeats - J.E. Pacheco

Fin de semana poético.
Ahora -sólo porque sí, porque me apetece- les toca el turno a dos maestros en estas lides. Anglosajón, uno; latino el otro.
A pesar de las diferencias formales entre uno y otro, estos dos poemas -me parece- alientan de la misma manera, nos hablan de lo mismo: de lo inasible, de lo intangible, de aquello que el destino nos tiene reservado sin que nosotros podamos intervenir en esa decisión.

A mí, lo confieso, me emocionan de parecida manera.
Agradezco a Jordi Doce su amable permiso para publicar su versión del primero.

un aviador irlandés prevé su muerte
W.B. Yeats
(Versión de Jordi Doce)

Sé que en algún lugar entre las nubes
he de hallar mi destino;
no odio a quienes son mis enemigos,
no amo a quienes debo defender;
mi país es Kiltartan Cross,
mis paisanos los pobres de Kiltartan,
ningún posible fin ha de quitarles nada
o hacerles más felices de lo que eran.
Ni leyes ni deberes me ordenaron luchar,
ni estadistas ni masas entusiastas,
un solitario impulso de deleite
me empujó a este tumulto entre las nubes;
todo lo sopesé, de todo hice memoria,
los años por venir me parecieron vano aliento,
vano aliento los años transcurridos
en igualdad con esta vida y esta muerte.





Alta traición
José Emilio Pacheco

No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
fortalezas,
una ciudad deshecha,
gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
-y tres o cuatro ríos.

viernes, 19 de febrero de 2010

¿Estás malito?

Duelo


Duelo. Dícese de cierto rito masculino en desuso consistente en un desafío de dos imbéciles, con más miedo que vergüenza, para lavar afrentas al honor, cuando más les valdría que se lavaran los sobacos.
Con el gesto previo y teatral de un guantazo por parte del ofendido en el rostro del hipotético ofensor, asestado, claro está, con un guante de por medio -si de cuero, mejor y más dramático que de lana-, y para que tenga consideración de tal según el protocolo, requiere la presencia de un elenco de hipócritas que se dicen sus amigos para servir como jueces y testigos del desenlace.
Si les dará vergüenza semejante desatino a dicha tropa, que tal farsa bufa se realiza siempre en descampado y a deshora.

jueves, 18 de febrero de 2010

El gran Allen

“Si claro, puede dar su opinión. Pero, ¿por qué tiene que darla en voz alta?”.



Dos poemas

Justo enfrente de mí, mientras tecleo estas líneas, a través de la ventana veo la siera de Arroyo de San Serván con su copete de nubes compactas. Hoy llueve seguro. Es una predicción más fiable que la de cualquier instituto meteorológico. Si la sierra de Arroyo tiene copete, llueve en los alrededores como que me llamo Elías. Y sin saber bien por qué -no tiene nada que ver- recuerdo que hace un año, tal día como hoy, a esta misma hora yo tomaba café en un hotel de Granada momentos antes de partir a recorrer los pueblos de La Alpujarra en compañía del poeta Antonio Carvajal quien, por mediación de Jesús García Calderón, me había invitado a realizar una lectura de poemas en la Cátedra García Lorca de la Universidad de Granada. Bajamos de la sierra al mar, comimos en Motril -recuerdo con especial agrado una exquisita sopa de mero que aún enamora mis papilas-, y regresamos con tiempo de sobra para una siesta y un paseo antes de la lectura. En el salón de actos del Colegio Mayor donde me alojaba -un edificio del siglo XVI- leí, entre otros, estos dos poemas que ahora os traigo.

Serpiente

A ti te puse serpiente, te dí el frío en la mirada, te condené a vagar pegada a la tierra y te otorgué el privilegio de dar la muerte de golpe en una centésima de segundo

Por eso mismo, cada cierto tiempo tu piel te repele y te abandona, y te he negado también las lágrimas y el abrazo, te he partido la lengua para que no puedas aliviarte con la humedad de las palabras

Excepto tus hermanas del agua más letales y siniestras eres, de entre todas las bestias de tierra, la que más temores sucita



Otros

Ahora ya somos otros: acaso
como aquellos que envidiábamos
mientras sonaban las canciones de moda,
los que nos causaban espanto
con sus atuendos tan formales,
su exquisita educación para con las mujeres,
su manera de fumar en silencio,
aquel estilo de alzar la copa o sorber el café
que nos servía de diversión y burla
para toda la semana

habrá que resistir a esta mezquina
venganza de la memoria, a este dolor
como un cáncer en la conciencia,
a la lenta humillación a que nos somete esta edad
en que ya somos como aquellos otros
que en secreto despreciábamos

miércoles, 17 de febrero de 2010

De los sombreros

Para José Manuel Sánchez Paulete,
que me dibujó uno precioso.


 
Bombín, chistera, de copa, panamá, salacot, castoreño, borsalino, stetson…
Solamente por los nombres que tienen merecen ser llevados en la cabeza. 
Y si estamos a cubierto, en las manos, como manda el protocolo.

La cocina del Renacimiento

El muslo de colimbo es la mejor parte de un colimbo; así como un colimbo hervido es mejor que un colimbo asado, de la misma manera es más apetitoso el muslo de colimbo que la pechuga de colimbo. Un colimbo ha de ser colgado durante seis semanas antes de ser utilizado, después ha de hervirse en aguas de ajo sin otro condimento que una pequeña cantidad de pimienta. Y luego ha de dejarse para que se refresque en una pequeña cantidad de agua de rosas, y cuando empiece a tornarse verde habrá llegado el momento de consumirlo.*
Lo que tira un poco para atrás es ese “cuando empiece a tornarse verde…”
Aunque lo mismo está bueno y todo.

*Leonardo Da Vinci
"Notas de cocina"


Monjas y perro

(Foto: Manuel Iglesias)


Me acuerdo de una foto de Manuel Iglesias donde un perro callejero -seguramente ateo- mea a traición, con saña y alevosía, el hábito de unas monjas.

Toda una filosofía encerrada en un solo gesto.

martes, 16 de febrero de 2010

Las tribulaciones de un extremeño en La Plata

Con esta crónica viajera y literaria empiezan hoy en este corro de jugadores una serie de colaboraciones que iré pidiendo a algunos compinches de cuando en cuando.
Para que la culpa no sea sólo mía.

El primer valiente en comparecer es Francisco Rodríguez Criado, a quien no puedo dejar de agradecer su rapidez en contestar a la llamada.


No sé si será cierto, como dicen algunos, que el asesino siempre regresa al lugar del crimen. Lo que sí es cierto es que determinados viajeros suelen volver a las ciudades que les impactaron en su primera visita. Soy uno de esos viajeros sentimentales. Prueba de ello es que acepté sin pensármelo dos veces la oferta que me hicieron los responsables del proyecto Leer Extremadura de viajar a Buenos Aires para hacer una lectura sobre mi novela "Historias de Ciconia" (delalunalibros, 2008). El acto literario tuvo lugar el 3 de octubre de 2009 en la Casa de Extremadura de la ciudad de La Plata, a una hora en coche desde la capital argentina, donde yo había levantado mi cuartel para una estancia de seis días.
A Buenos Aires fui solo en 1999, y solo he ido ahora, diez años después. No me quejo, ni mucho menos, porque es esa soledad de viajero la que me ha permitido patear la ciudad tal como me gusta: andando mucho pero sin prisas y sin más obligaciones que las dictadas por los deseos del momento.



Pensar en Buenos Aires es pensar en el Barrio de San Telmo, Puerto Madero, la Plaza de Mayo, la Casa Rosada, el Obelisco o el mítico estadio del Boca, y, cómo no, en Corrientes, esa calle bohemia, nervuda y atiborrada de librerías sin puertas que suponen una tentación irresistible para los amantes de los libros. Y pensar en su hermanada ciudad de La Plata, a la que nunca había ido antes, es pensar en su lujosa catedral neogótica, la más grande de América, y en el soberbio Palacio de la Municipalidad, donde tuvo lugar la lectura.
El decimonónico Palacio de la Municipalidad no es solo soberbio. Es, además, frío, muy frío. Por suerte, como me advirtió Stella Maris Velazco (¡qué gran mujer!), cabeza visible de la organización del acto junto a Luis Algaba, no tardaría mucho en caldearme gracias al calor humano. Y así fue.
Citaría, aparte del frío, la extrañeza. La extrañeza de encontrarme tan lejos de mi hogar para hablar de mi pequeño mundo. Este contratiempo también logré vencerlo. Poco a poco me fui acostumbrando, conforme avanzaba la lectura, a que los asistentes, todos extremeños o descendientes directos de extremeños, conocieran los lugares descritos en "Historias de Ciconia": El Santuario de la Montaña, la Sierra de la Mosca, la Plaza de América, el Parque de Cánovas (camuflado bajo el nombre del Parque de Asturias), la Plaza de Italia… Dejó de resultarme extraño, digo, que personas de otro continente, por muy vinculadas que estén con Extremadura, sintieran cercanos los lugares que yo había retratado en la novela. Durante algunos momentos tuve la sensación de estar no en La Plata de Argentina sino en la propia Ciconia.
Al final del acto, los organizadores y amigos de la Casa de Extremadura, tuvieron a bien llevarme a un pequeño y típico restaurante argentino, donde cenamos bifes de ternera y otros platos típicos de Argentina acompañados de la no menos típica compañía musical de tangos cantados en directo.
Fue una velada estupenda, llena de tipismos, entretenida conversación y buena compañía.
Regresé a Buenos Aires cuando ya había caído la noche, en un remix –una suerte de taxi– que se encargó de dejarme a las puertas de mi apartamento, ubicado en la periferia.
De esta segunda estancia en Argentina me he traído –como ocurrió en la primera– un grato recuerdo por las experiencias vividas por un lado, y por otro, el sutil empeño por olvidar los inevitables efectos secundarios: el agotamiento físico tras los duros viajes en avión, el azote del jetlag y mi falta de adaptación al horario argentino.
Fueron, en definitiva, seis días –siete, si contamos el viaje– en los que me sentí un humilde embajador de las letras extremeñas en un país, Argentina, siempre tan orgulloso de su inmensa tradición cultural.

Ciconia, noviembre 2009

Francisco Rodríguez Criado es escritor y gestiona el blog de literatura http://www.narrativabreve.com/.


No os lo perdáis


Esta preciosa y sugerente imagen es la carta de presentación de la exposición sobre poesía visual que Julia Otxoa inaugura este próximo jueves en San Sebastián.
Los que en esa fecha estéis por la "Bella Easo", no deberiáis perdéosla.
Yo no podré ir, así que a ver si alguien me lo cuenta.
Suerte, Julia.

lunes, 15 de febrero de 2010

Con la verdad por delante

Conductores


Conductores. Delincuentes habituales en libertad provisional habilitados administrativamente para manejar a su antojo y conveniencia un vehículo a motor.

Taxista. Con respecto a los anteriores, sujeto particularmente peligroso que se cree il capo di tutti capi
Dejando aparte su inaudita capacidad para dar la tabarra, las habituales y aterradoras maniobras homicidas que protagoniza de continuo al volante de su automóvil y los estragos que tales artimañas causan entre sus convecinos y clientes más prudentes y apocados, las tarifas impuestas por contratar sus calamitosos servicios podrían calificarse, sin temor a errar demasiado en el concepto, de abuso, cuando no de extorsión o chantaje.

Paisanaje (3) Dolores



Dolores era la del medio de tres hermanas que bien podrían haber salido de figurantas de mérito, y aun de actrices principales, en alguna función de aficionaos de "La casa de Bernarda Alba", drama rural por excelencia. Hechuras tenían de sobra. Con deciros que en el pueblo las llamaban “Las tres viudas” y ni siquiera se habían casao. A fe mía que los nombres que sus padres les habían asestao a las niñas en el primer sacramento (Angustias, Soledad -de la que en otro momento te hablaré, ya le llegará el turno- y Dolores) les venían como anillo al dedo, como un vestido hecho a medida por modista apañá.
Esta Dolores que digo andaba siempre entre ellos: cuando no era la gripe, era un dolor de muelas; si hoy la varicela, mañana vómitos y diarreas; o un menstruo puñetero o unas horribles migrañas o un uñero cabrón en el deo gordo… Lo que se dice un cascabel, vamos. Mas no creáis que Lolilla lo llevaba mal, antes al contrario: si por un casual se pasaba una temporadita sin molestias reales (descanso que en su círculo más cercano bendecían como agua de mayo), ya se encargaba ella -igual que drogata falto de su chute, lo mismito que borrachuzo sin la botella- de buscarlas, de inventárselas o, en caso de auténtica necesidad, de provocarlas a su gusto recurriendo a cualquier artimaña. Una insignificante variación de la temperatura corporal se convertía de inmediato en fiebre o hipotermia; cualquier minúscula molestia ósea devenía rauda en dislocación o rotura; una ligera contracción muscular se transformaba, como por arte de magia y a la velocidad del sonido, en desgarro de fibras con desasimiento. Porque además, y como no podía ser de otra manera, que los fanáticos son todos iguales en su desvarío, dominaba, producto de sus hipocondríacas lecturas de prospectos medicinales, un amplio glosario de términos médicos y farmacéuticos con los que apabullaba a las primeras de cambio, y viniese o no a cuento, a quien tuviese la mala fortuna de encontrarse por sus aledaños cuando sufría el consabido ataque. ¿Qué de qué, dices? Eso da igual. El caso era dar el coñazo y hacerse notar a costa de lo que fuera.
Alguno con estudios la motejaba también, y con su poquito de recochineo, de “Vademécum”, que vete tú a saber lo que quiere decir. Ná bueno, seguro.

Como bien habéis sospechao, lo que a la Loli le gustaba era sentirse mimada, compadecida, ser el centro de atención de todos, y para ello no se paraba en mientes. Si alguien te viene con el cuento de que a él, o a ella, no le había dao la tabarra con alguna dolencia, no te creas de la misa la media: miente como un cabrón. O cabrona, porque aquí no se ha escapao de la loca esa ni el lucero del alba. Con el tiempo, aquellos con quienes trataba de costumbre consiguieron abstraerse mal que bien de tal sinrazón, y cuando decía sentirse como a las puertas de la muerte, le seguían la corriente como a los locos (“Vale, Loli, que sí, que ya te hemos oío, tómate algo a ver si se te pasa, no des más la murga, cojones”), lo que no hacía otra cosa que sacarla de sus casillas, empeorar los supuestos síntomas que estuviese sintiendo e incrementar el escándalo. Y es que tenía harto a todo el mundo mundial: familia, amigos, parientes, allegados…

De modo que cuando el cáncer, sarcoma, carcinoma, tumor, neoplasia, crecimiento tisular maligno (vulgo, cáncer de estómago) dio la cara, ya era demasiado tarde para la práctica efectiva del arte de Hipócrates y Galeno. Igualito que en el cuento de Pedro y el lobo.


Pero oye, fue conocer el óbito de la Loli (la Angus se arrancó a llorar por una vez con motivo y no había manera de pararla ni a hostias, la dejamos por imposible), darle sepultura (entre palmas, vítores, fanfarrias, fuegos de artificio…), y un suspiro unánime de alivio (tal que manta zamorana en noche de frío, tal que bolsa de agua caliente en los pinreles, tal que cerveza fresquita después de las calorinas de la siega) se apoderó del pueblo.

Que en un tris estuvimos de cambiar la fiesta de la Patrona por el día en que la espichó. 


Porque el alcalde no tuvo güevos, que si no...