domingo, 30 de septiembre de 2018

Imitando a Charlot


Me acuerdo de que Charles Chaplin fue derrotado sin paliativos en un concurso de imitadores de “Charlot”.

martes, 25 de septiembre de 2018

Serrucho


Serrucho. Utensilio propio del ramo de la carpintería que plagió su aspecto de la dentición de los escualos elasmobranquios más feroces (léase, tiburones). 
En manos de alguno de sus propietarios, dicho instrumento da hasta más miedo que el pez citado.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Sidecar


Me acuerdo de las motos con sidecar donde a veces familias enteras se apiñaban para ir de excursión.
Cuando se pasaron al coche, esas mismas familias decían que iban de pic-nic.

jueves, 6 de septiembre de 2018

Cita


Cita. Encuentro dispuesto con antelación entre dos o más personas en el que alguna de las partes, cuando no las dos, tiene la fea costumbre de llegar siempre tarde al compromiso previamente contraído. O no llega, dejando a la otra con un palmo de narices y un cabreo de no te menees.
En una conversación, tertulia o escrito, mención que se hace de las palabras ya dichas más sabiamente por otro para apuntalar una tesis o argumento, pero con un tono de suficiencia y pedantería tal si se nos hubiera ocurrido en ese preciso momento y como quien no quiere la cosa.

miércoles, 5 de septiembre de 2018

Bragas- (oído por ahí)


"Eres más basta que unas bragas de esparto".

sábado, 1 de septiembre de 2018

"Retórica para zurdos" (bis)


Extracto de otro volumen del mismo título publicado por la Editora Regional de Extremadura en su colección de Ensayos Literarios en 2010, esta nueva edición de “Retórica para zurdos” de José María Cumbreño (recién salida de las prensas liliputienses de la Isla de San Borondón), es un breve y delicioso paseo (aunque a veces también un tanto amargo) alrededor de las motivaciones, propósitos y consecuencias que conllevan los actos de leer y escribir, vistos desde la particular óptica del autor.
Particular, sí, pero no por ello excluyente; antes al contrario, muchas de estas reflexiones poéticas y aforísticas pueden ser compartidas (en mi caso lo son) por quienes también enfrentamos esas tareas de vez en cuando con un cierto entusiasmo.
En apenas sesenta páginas (y en las que tipográficamente cada una de ellas es única y diferente a las demás -otra vuelta de tuerca con respecto a esa primera edición que antes citaba-) Cumbreño regala a los lectores todo un tratado sobre el hecho (tantas veces gustoso, tantas otras frustrante) de juntar palabras para dotarlas de un nuevo sentido.
Un librito para leerlo despacio.
Y luego, si acaso, escribir sobre ello.

Tres ejemplos:

Juguetes de cuerda

Los malos libros son como los juguetes de cuerda: en cuanto el lector termina la última línea, se quedan parados.

*
Escribir

Enhebrar un aguja con los ojos cerrados.

*
Cada vez escribo menos

Cada vez escribo menos.
Cada vez me da más vergüenza escribir.
Por lo general, se piensa que la inseguridad suele ser el lastre de quien empieza, aunque quizá el momento en que se duda de verdad llega después.
Al principio las cosas sencillamente se hacen.
Luego uno empieza a preguntarse no tanto por qué las hace (cualquier palabra, convenientemente golpeada, se convierte en una excusa), sino a quién cree que va a engañar con todo esto.