El que uno esté
muerto no quiere decir que no afilen el bisturí o pongan un poco más de maña y
dedicación a la hora de cortar y coser.
El que uno esté
muerto no les da derecho, me parece a mí, a andar enredando como si nada y sin
decencia alguna en mis partes pudendas.
El que uno, en
fin, por fin esté muerto, no les autoriza a tratarme como si fuera un yogur
caducado o un triste y reseco escalope que se mete sin más en el frigorífico.
Me parece,
cuando menos, una falta de respeto, qué quieren que les diga.