jueves, 29 de septiembre de 2011

Dichos de Luder 5 (J.R.Ribeyro)


21 - Un libro magistral- dice Luder- puede ser un agregado de frases banales, del mismo modo que con una sucesión de frases geniales no se hace un libro magistral.
En el arte literario, curiosamente, el todo no es la suma de las partes.

22 -Lo que tú dices suena a viejo- le reprochan a Luder-. Esa música ya la hemos escuchado.
-Sí, pero no con el mismo instrumento.

23 -¡No, por favor! -protesta Luder, cuando vienen a buscarlo una vez más para que firme un manifiesto humanitarista o participe en un mitin a favor del pueblo oprimido-.
Amar a la humanidad es fácil, lo difícil es amar al prójimo.

24 Se tropiezan con Luder que camina velozmente por los malecones del Sena:
-¿Adónde vas?
-A la plaza de la Concordia. A mediodía le cortan la cabeza a Luis XVI.
-¡Pero eso ocurrió hace dos siglos!
-¡Ah, caramba!- dice Luder mirando su reloj.
Veo que llevaba un ligero retraso.

25 -Hace tiempo que no se lee nada tuyo- le dicen a Luder. ¿Has dejado de escribir?
-Les responderé con más precisión: he abdicado.

"Tablero de sueños" (Presentación)


Hace unos días, en esta misma ventana, daba noticia de la aparición de una nueva colección en la editorial La Isla de Siltolá: los Inklings.

Pues bien, hoy se ponen de largo con la presentación de su primer volumen, este Tablero de sueños, de José María Jurado.


Inklings fue una tertulia de académicos y escritores ingleses vinculados a la Universidad de Oxford entre los años treinta y los sesenta del pasado siglo. Los Inklings eran entusiastas de la literatura y defensores de su difusión. Sus principales componentes fueron Tolkien, Lewis, Barfield, Dyson, Bennett, Hardie o Stevens.
Este original club de autores celebraba sus reuniones en las habitaciones de Tangye-Lean en el University College, y en ellas cada miembro debía leer en voz alta composiciones inéditas, fundamentalmente poemas y cuentos cortos, que eran criticadas de manera inmediata por el resto.
Si bien los Inklings dejaron de reunirse en 1962, su tradición continúa hasta hoy a través de varias asociaciones repartidas por el mundo.
Ediciones de la Isla de Siltolá ha rescatado el término y el espíritu del cenáculo en los Inklings de Siltolá. Los libros de esta colección serán presentados en un acto público y posteriormente leídos ante un círculo cerrado de invitados.


José Mª Jurado nació en Sevilla en 1974 y es Ingeniero de Telecomunicaciones.
Autor del libro de poemas La memoria frágil, editado por la Diputación de Cáceres (2009), en 2004 dio inicio a la publicación digital "El Lector de Almanaques"
(http://www.jmjurado.org/) donde cultiva la miniatura histórica bajo la forma del poema en prosa.
En la editorial La Isla de Siltolá ha publicado Plaza de Toros (2010), obra ilustrada por Pablo Pámpano, y Cúpulas y Capiteles (Colección Álogos, 2011), selección de textos sobre arte y literatura de su blog "La Columna Toscana".

En colaboración con los poetas Jesús Cotta y Javier Sánchez Menéndez ha preparado, también en este sello, la antología Poesía para niños de 4 a 120 años (2010).
Tablero de Sueños, que va precedido del ensayo "Un templo en el Oído" -una reflexión sobre la naturaleza de la creación poética-, reúne una amplia muestra de su obra publicada e inédita.

Josef Sudek
(Últimas rosas. Desde mi ventana)

Ha llegado la noche a tu ventana: sobre la superficie turbia del cristal pasan luces errantes como sueños, resplandores mojados de tristeza, flores de vidrio y bruma abiertas en los tranvías. ¿De qué lado del alma está la rosa? Para la hiedra vacilante de la luz y los espejos velados por la escarcha arde en blanco y negro la memoria. Ha llegado la noche a tu ventana por las ramas retorcidas de la nieve y los arbustos salvajes y erizados, a través de lámparas difusas y del hermético puente de piedra sin sonido. Pero más allá del objeto y de su sombra, ¿de qué lado del alma está la rosa? El alma, ¿de qué lado de la luz?



Haced uso de la invitación y no os lo perdáis.
Tanto el libro como la compaña merecen la pena de largo.

Imagen: Josef Sudek

miércoles, 28 de septiembre de 2011

6 palabrerías 6


Cada verso una perla, un eslabón de plata, una cuenta de aguamarina.
Pero como nunca encontraba el hilo con que engarzarlos, se le iban perdiendo los poemas por el camino.
Y al cabo, en fin, ni orfebre, ni poeta.


Un poeta es un equilibrista tembloroso sobre la cuerda o el alambre: cada paso, un verso; cada tramo recorrido, una estrofa.
Un paso en falso, y adiós plataforma, adiós poema.


Al poeta le crecían las palabras en las manos, en la voz, en el papel, sin saber qué hacer con ellas.


Yo, eterno descreído, escéptico militante en tantas cosas, poseo sin embargo una certeza inamovible: con respecto a la poesía, y así muramos centenarios, no dejamos nunca de ser párvulos con mocos llorando en el recreo.


Entre lo que piensas y lo que escribes, el abismo.
Atrévete a saltarlo.
O calla de una vez.


Cuando las palabras se lo piensan dos veces en los aledaños de tu boca, en la superficie de la página, están queriendo decirte que te calles y no les hagas pasar más vergüenza.
Yo les haría caso.

martes, 27 de septiembre de 2011

La partida


Ligeramente encorvado sobre la mesa, el hombre viste un traje gris, jersey rojo sobre una camisa blanca. No se aprecian los zapatos, pero los imagino vulgares, anodinos y cómodos. El brazo derecho en flexión con el codo apoyado en el muslo, el dedo gordo sujetando el mentón poderoso y firme. Entre el índice y el corazón, un cigarrillo que desprende una voluta de humo blanco, casi macizo. La mano izquierda, abierta, descansa sobre la otra rodilla. El gesto de la cara (una ceja enarcada, la boca contraída levemente, pronunciados pómulos...) denota al mismo tiempo preocupación y esperanza. Un cierto desaliño (el cenicero con colillas, las piezas fuera de juego aquí y allá...) preside la mesa donde descansa el tablero que ocupa toda su atención.

No se ve a su contrincante, si es que lo hay.

Si yo fuera el hombre y me tocase mover, daría jaque al rey en 4 torre y a continuación (a lo sumo dos o tres jugadas más tarde) coronaría el peón pasado. Las blancas parecen estar perdidas y a la vista de lo que hay, su resistencia tiene más de numantina que de razonable. De modo que quizás lo que realmente denote la apariencia del hombre que fuma y mira, sea un anticipo del sabor de la victoria.

Mi mujer dice que el hombre se parece a mí con algunos años más.

Y puede, como casi siempre, que no le falte razón.

Imagen: Willi Neubert

lunes, 26 de septiembre de 2011

Días



Para Francisco Javier Irazoki
Hay días que parecen salidos de una cadena de montaje: relucientes y, sin embargo, mortecinos; a estrenar y, no obstante, como oxidados.
Días con taras en las hechuras, con los bolsillos cerrados en falso, con las solapas colgando de un hilo, pespunteados de miedo.
Días arrinconados en un almacén en las afueras de la vida, rematados de saldo en algún mercado de baratillos del extrarradio, arrojados a la trituradora infame del olvido.
Días que nos atacan con la bayoneta calada, que nos apuntan con la pistola en la sien y el dedo en el gatillo, con sus víctimas a cuestas, pasados por las armas.
Días de contrabando, que no nos pertenecen, fuera de nuestras posibilidades.
Días con roña entre las uñas, con sospechas bajo los párpados, con llagas en las axilas.
Días con estruendo en las pisadas -asesinas del silencio-, días con la voz aguardentosa y rota de las desolaciones y los gritos, con el odio en la mirada.
Días partidos por la mitad, sangrando por las heridas, supurando por sus cicatrices, llagados en todos sus minutos.
Días como harapos sin color, como papeles rasgados de golpe, quemados en los bordes.
Días tirados a la basura, huyendo por el sumidero, ahogados en las cloacas, asediados por las ratas y las escolopendras en el fango.
Días en que hasta la aurora es sospechosa de romper el toque de queda, días emborronados por las sombras del delito, días en que las mañanas son susceptibles de ser detenidas in fraganti, días a los que es mejor darles esquinazo antes de que vengan a por nosotros. 

Días de no vivir.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Compinches


Los sueños de los niños inventando países

Cuando paso frente de un local donde exponen
pinturas de niños, sigo de largo.
Batlle Planas

Porque el niño conserva todos los libres bríos
de la invención, baraja sus monstruos increíbles
y sus enloquecidos ángeles.
La bárbara inocencia sin prejuicios de la primera pureza
y el espléndido caos, el delirio de la razón, la fantasía.

El niño es el primer surrealista.

Y crece y es hombre, y sigue viviendo más no sabe
y quien lo lleva adentro así lo ignora.
A veces, de manera sutil, eso supongo,
en cada acto adulto la infancia nos vigila
-una voz, un suceso rotundo, familiar, una lámpara,
una paloma herida con mensaje-.

Todo hombre en el final minuto de su invierno
piensa en algo lejano cuando muere.

Y la muerte es el último país que el niño inventa.

Raúl González Tuñón

sábado, 24 de septiembre de 2011

Secreto


Secreto. Confidencia que alguien nos confía confiando en que defraudemos su confianza. Para que tal revelación se produzca, es preceptivo que ese alguien nos interrogue, siquiera sea someramente y como por compromiso, pues es firme su determinación de hacerlo, acerca de nuestra capacidad para guardar dicho secreto antes de confiárnoslo; pregunta por demás inútil, cuando el emisor del mismo está convencido de que no seremos capaces de tenerlo a buen recaudo a pesar de nuestras vehementes afirmaciones en contrario.
Lo más curioso de todo esto es que puede suceder incluso en contra de nuestra voluntad manifiesta de no querer saber nada del asunto.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Libélulas


1.- En este verano que acaba he echado mucho de menos la cromática sinfonía de las libélulas, su vuelo perfecto y centelleante, el mudo asombro de su presencia bajo el sol, su cópula en el aire.

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2.-Luciérnagas, mariposas, libélulas, ¿dónde estáis?

jueves, 22 de septiembre de 2011

Cosiendo palabras (Sueños)


En el estupendo blog de Juan Yanes (Máquina de coser palabras), con tan sugerente mezcla de textos e imágenes, esos Sueños míos del título, ilustrados con una inquietante imagen de Willy Marthinussen, han encontrado un cálido y acogedor refugio.

Si queréis echarles un vistazo, pinchad aquí.

Gracias, Juan.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Vitrina de charcos (presentación)


Mañana por la tarde, en la FNAC Plaza España de Zaragoza, a las 19:30 horas, se presenta Vitrina de charcos de José Ángel Cilleruelo (PUZ, col. “La Gruta de las Palabras”).
Oficiará de maestro de ceremonias Fernando Sanmartín, director de la colección.

Es evidente que a José Ángel le gustan los charcos, mirarse en su reflejo, chapotear en ellos hasta empaparse como un niño para el que estos espejos peligrosos del abismo* son un juguete donde se sumerge como pez en el agua.
En 2009 dio a la imprenta un volumen, Galería de charcos (Polibea), hermano mellizo de este. Entre aquella "galería" y esta "vitrina", un pequeño y hermoso libro ilustrado, Una sombra en Pekín (Traspiés). Y justo después del que hoy nos ocupa, Ladridos al amanecer (Paréntesis).
(Apunte al margen: ¡qué bien titula este hombre!).
En la nota distribuida por la editorial, leemos que “esta Vitrina de papel expone una colección de poemas en prosa -y algunos en verso- que hereda las viejas estrategias de la métrica áurea, aunque erosionada por el paso de los siglos. Así, cada poema forma un pequeño «charco» de cien palabras exactas con las que se evocan historias poéticas -entrañables unas, ásperas otras-, se registran mínimas vivencias urbanas o se celebra el gozo con el que la mirada piensa la realidad”.

Dividido en siete secciones -Baúl de voluntades, Maletín de paisajista, Naturalezas muertas, Vitrina de charcos, Vida de ciudad, Chanson d´amour y más Naturalezas muertas- este vitral literario, este calidoscopio poético, este poliedro intemporal formado por sesenta y tres facetas, cada una con su intención y destino, es también un ejercicio de estilo muy del gusto del autor, de contención formal sin renunciar a la profundidad de lo dicho.

A mí, como a él, también me gustan mucho los charcos, esas efímeras y leves lagunas caídas del cielo donde la lluvia de ahora -agua sobre el agua- canta en los charcos de ayer una extraña melodía.
Para abrir boca, os dejo aquí como muestra el último texto del libro.

MALEZA
Abandona el sendero que ensanchan las acémilas con su tránsito de palabras y se encamina hacia la alberca lírica abriéndose paso entre la maleza. Al poeta le gustaría contemplar reflejado su rostro en el agua. Sobre la superficie flotan hojas, la pinaza que ha arrastrado el viento, un breve remolino de insectos, la invasión de una enramada. Con un palo busca apartar los estorbos, pero sus movimientos solo consiguen remover viejos lodos y turbiedades. Por más que se esfuerza, no consigue ver en el agua estancada quién es. Abre el cuaderno que ha traído, y dibuja. Poesía, la dicción extraña.

Hasta llegar a esta "maleza", otras sesenta y dos vitrinas que mirar despacio, charcos en los que recrear los ojos y mojarse los pies con regocijo y placer lector.

Me va a dar mucha rabia no poder estar allí con estos dos grandísimos amigos, pero espero que no falte ni uno solo de vosotros.
 
*José Viñals Correas

martes, 20 de septiembre de 2011

Javier Fernández de Molina


De caballos y de gatos

¿No has sentido alguna vez el galopar de unos caballos en el pecho?
¿Qué extraño poderío levantó su aparición?*


De caballos…

Estos hermosos versos de Amancio Prada, ese juglar que, en palabras de Rafael Pérez Estrada, tiene alas en la voz**, podrían tomarse como una metáfora de la pasión amorosa, pero son fácilmente trasladables a esas otras pasiones, a esas otras sensaciones que pueden experimentarse ante cualquier obra de Javier Fernández de Molina.

Trátese de la serie que se trate -y ahora, a bote pronto entre otras muchas, se me vienen a la mente las dedicadas a las mazorcas, a Lisboa, a los flamencos, al periplo de Don Quijote sobre su flaco rocín por esos caminos de Dios, al Camarón, otro que volaba con la garganta…-, la pintura de Javier está atravesada por una pasión inconcreta, llena de sutiles matices que, a poco que nos pongamos a ello, no dejará de provocarnos todo un rosario de emociones dichosas: ternura, sosiego, delicadeza, seducción…

Hay también contradicción en su pintura; en un mismo lienzo puedes encontrarte, sin que te choque en lo más mínimo -lo que es otro de sus méritos-, tras una explosión de color, una pincelada tenue, tras una masa compacta, un espacio diáfano, cabe decir un caballo galopando y otro que pace, paciente, en la penumbra del establo, un percherón arrastrando una carreta y un alazán paseando a una amazona, una yegua alumbrando un potrillo y un semental a lo suyo, feliz de su destino, afortunado cuadrúpedo.

Y es que de todo hay en el establo (en el estudio) de Javier: tú te plantas delante de sus obras y ves o no ves, pero no puedes dejar de mirar: siempre hay algo que reclama tu atención, algo que no puedes pasar por alto y que en el fondo es lo que te atrapa en la contemplación de esa realidad inventada por su mirada.


madrigal de los caballos
(Sugerencia a Charles Darwin)

Ven a mi lado. Los caballos
galopan por el cielo de los libros
por el mar de los sueños
y en los óleos de amor bajo los álamos.
Ven a mi lado en este abril pagano
cuando potros y yeguas se acarician
con corazón y gesto de centauros.***

…y de gatos

Gato

Ven
acércate más
Eres mi oportunidad
de acariciar al tigre
-y de citar a Baudelaire ****


Gatos, gatos, gatos pardos, negros, atigrados, blancos, cenicientos…
Sombras sigilosas en un mundo de colores que el nictálope contempla y desdeña con la indolencia que da el saberse de una estirpe poderosa y sutil, con una gandulería engañosa, con esa terrible agilidad que se oculta en el músculo hasta el justo momento de la sangre.

Míralos, ahí están, tan ricamente, jugando a funámbulos entre cornisas y tejados, ignorando tu asombro ante sus hazañas, tramando un estropicio en el descanso de las aves, lamiendo con su áspera lengua alguna imperfección en el pelaje, dejando que la luz dibuje una raya vertical en sus pupilas, exigiendo cuando les apetece que les rasques el lomo o la barriga, soltando bufidos de desdén, ronroneando melosos, dándote la serenata con sus maullidos en el celo, rondando indecisos la silla de enea donde te sientas…

Así Javier y su pintura. Mas no temáis, acercaos sin miedo: los caballos están domados, los gatos dormitan con las uñas en sus fundas.
Javier, que pinta con sus pinceles poemas con plumas****, jamás os pondrá a los pies de los caballos, nunca -y esta es una certeza de las que no admiten discusión- os dará gato por liebre.

Notas:
* De Emboscados. Oratorio para dos voces. Amancio Prada. Sonifolk. Madrid 1994.
** Dedicatoria de El libro de los espejos y las sombras. Rafael Pérez Estrada. “Col. Poesía J.R. Jiménez”. Huelva, 1998.
*** De Cancionero doble. Guadalupe Villarreal y Anónimo de Yuste. “Col. Palinodia. Edición de J. M. Rozas”. Cáceres, 1985.
**** De Irás y no volverás. José Emilio Pacheco. Letras Mexicanas, Fondo de Cultura Económica. México, 1973.
***** Dedicatoria del poema Colibrí: elogio de lo breve, en Casi humanos (bestiario). Elías Moro. Ed. Germanía. Alzira, 2001.

Texto publicado en el catálogo Alta Vista do Carvalhal.

Javier Fernández de Molina. Portugal, 2002.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Ruptura


Por carta, me ha dejado por carta, como los antiguos, como si aún viajáramos en carruajes de postas, vistiéramos miriñaques o lleváramos camafeos de marfil prendidos en el pecho.
Así no, por favor, así no.
Ni siquiera ha tenido la valentía no digo ya de soltármelo a la cara, porque se la hubiera partido, pero al menos de llamarme por teléfono.
Cobarde, cobarde y mil veces cobarde.
Que ya no me quiere, que todo ha sido un error, que somos tan distintos, que lo nuestro no tiene futuro…
Mentira, todo mentira; nada más que lugares comunes para no confesarse a sí mismo que me sigue deseando a su pesar, que lo nuestro le perseguirá toda la vida, que siempre me querrá aunque ahora lo niegue.

He roto la carta en mil pedazos, tantos como su cobardía, y he tenido que sentarme a la mesa de la cocina para que no me diera un mareo.
Y porque sentada lloro mejor.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Sobre el tiempo


Puede que tú no sepas qué hacer con tu tiempo, pero no tengas ninguna duda de que él sí sabe de sobra qué hacer contigo.


Eso de que “el tiempo está loco”, cada vez lo entiendo mejor; y es que oír dentro de la cabeza ese tic tac continuo, insomne, eterno, puede acabar volviendo loco a cualquiera.
Aunque a lo mejor sería bueno que no fuera tan terco y cambiara la letanía de cuando en cuando.


Venganza 

Matamos el tiempo tantas veces, y de tan mala manera, que no es de extrañar que acabe, harto de nosotros, tomándose su venganza.
Así que esto es lo que nos espera de aquí en adelante: años al acecho, taimados y rencorosos, esperando su oportunidad de echarnos la zancadilla y el guante, de tirarnos a tierra de una vez y para siempre.


El tiempo corroe el hormigón con la paciencia y tesón con que un anciano sin dientes se dispone a la batalla contra el garbanzo tostado.


Sicario  

¡Ah, el tiempo, el tiempo, ese eficaz esbirro de la muerte, el más ladino de ellos!


La firmeza del paso del tiempo que nunca tropieza, ni trastabilla, ni se cae.
Eso lo deja para nosotros, sus víctimas.


Tiempos verbales 

Ya fuimos, ya somos, pero, ¿qué seremos?

sábado, 17 de septiembre de 2011

35 años sin Sudek



Me acuerdo de Josef Sudek buscando imágenes por las calles de Praga, el gabán de paño contra el frío casi hasta los pies, la boina gastada, cargado de hombros con la cámara y el trípode a cuestas, con su brazo de menos.




















viernes, 16 de septiembre de 2011

Un poema de Tomás Rodríguez Reyes


En Lisboa. Sentado en un café
de la Rúa dos Douradores,
soporto la mirada
de Fernando Pessoa.
Acaba de salir de su oficina.
Arranca su zancada de centauro
con el negro macizo de su traje.
En sus páginas ciegas
la claridad
es de otro tiempo,
de un estado cercano a las bondades
de lo que quiso ser
entre los hombres que no fueron.
Como una orquesta oculta
sus pasos le conducen
al margen de su vida,
como una orquesta sorda y paramera.
Entre su vida un silbo se proclama:
era el son de los sueños
que lo habitaban
un son que predicó
a un hombre solo.

Tomás Rodríguez Reyes
(De El huerto deseado, Siltolá, 2010)


jueves, 15 de septiembre de 2011

7 apuntes escépticos



De un tiempo a esta parte, y de entre todas las facetas de mi carácter con las que tengo que convivir a diario, dos de ellas -escepticismo, confusión- son las que ponen mayor empeño en ganar la batalla cotidiana.
Y estoy empezando a sospechar que de esa alianza no va a salir nada bueno.


 

Pocas situaciones más incómodas que cuando estás de rodillas sin saber si vas a recibir el balazo en la nuca, o vas a levantarte de una vez por todas con los puños apretados hacia el cielo, dispuesto a lo que sea.


Del mismo modo en que muchos idiomas me resultan imposibles de entender -y no digamos ya de pronunciarlos con un mínimo de fluidez y de comprensión por parte del hipotético oyente-, sé estar en perfecto silencio en todas las lenguas del mundo.
Estando en silencio no hay quien me gane.



De mis manos, por entre mis dedos, como agua, se me escapa el poema que no quiere quedarse conmigo. Apenas un verso permanece en ellas, como esa última gota que tiembla escurriéndose por la piel y las uñas, dejando, tal vez y no siempre, un recuerdo de humedad y estiércol: la mula terca del vendedor de cántaros.


Asoma el sol algunas mañanas desconfiado y cauteloso, preguntándose inseguro qué clase de desventuras le deparará hoy el día en el tercer planeta de su órbita.
Y como no le gusta lo que barrunta, los amarillos, azules, naranjas y rosas repliegan su paleta y ceden terreno al gris, mientras él se vuelve a la cama pensando en que mañana será otro día.


Cada poema requiere de su propia y natural poética. Esto no quiere decir que el poema sea verdad, de verdad. Porque nada más alejado de la verdad que una poética, mudable como el tiempo.


Hay preguntas que fundamentan su razón de ser en que no pretenden ninguna respuesta.
Son, en su inconsistencia y belleza, como esas mujeres seductoras que disfrutan en secreto (o no tanto, algunas parecen deleitarse sin tapujos cuando lo hacen) rechazando desdeñosas a todos sus ilusos pretendientes.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

"Primas" de riesgo




Stanko Abadzic



Nina Leen



Wingate Payne



Manoel Guimaraes

martes, 13 de septiembre de 2011

Siltolá (de varia condición)


Desde mi último recuento de publicaciones de esta magnífica y fecunda editorial, varios han sido los volúmenes que han salido a la luz en sus diferentes colecciones:

Para ir poco a poco y no saturar, ahí van los tres primeros en el tiempo:

En Anejos, una colección que se caracteriza por sus ilustraciones (dibujos y fotografías), Luis Alberto de Cuenca publica En la cama con la muerte (25 poemas fúnebres), bellamente ilustrado con fotografías de Miguel Fernández-Pacheco y Marcela Lieblich.





Fuera de colección, y en coedición con la peruana Aquelarre Ediciones, Nabokovia peruviana, de Fernando Iwasaki.




Y en la nueva -otra más- colección Inklings de Siltolá, un hermoso volumen, Tablero de sueños, de José María Jurado.

(Aviso para navegantes: José María acaba de reactivar hace unos días, después de meses de silencio, su estupenda página El lector de almanaques. Absolutamente recomendable… para todos los lectores).

Debo confesar que yo, hasta que Javier Sánchez Menéndez me lo explicó y leí esto en la página de José María (¡son tantas las cosas que uno ignora!), no sabía qué eran los Inklings; es más, nunca había oído semejante término:

Entre el cenáculo y la sociedad literaria, los Inklings eran reuniones de escritores y académicos de Oxford cuyo objetivo era la discusión intelectual y crítica sobre algún aspecto de la obra de un autor que éste exponía en estas informales y humosas sesiones oxonianas. Los Inklings son célebres pues en ellos participaron escritores como J. R. R. Tolkien o C. S. Lewis, y los rodea la bruma del mito, como todo lo que sucede en aquella enigmática ciudad de la inteligencia, tan bien descrita entre nosotros por Javier Marías en su novela Todas las almas.
Dos meses antes de cada cita se editará y pondrá a la venta un libro: el Inkling no sólo consiste en la presentación pública del libro, en formato conferencia o recital, sino que la Editorial organiza un encuentro posterior, el mismo día, entre el autor y otras personas invitadas, a fin de profundizar en su obra y exposición.

La primera cita, este Tablero de sueños, el próximo 29 de septiembre en la Casa del Libro de Sevilla.

Ya se anuncian también Inklings de José Luis García Martín, Luis Alberto de Cuenca, Antonio Colinas, Antón Castro, Tomás Rodríguez Reyes y Olga Bernad.


El otoño, con sus cálidas y gozosas promesas de lectura.

Voy a ir preparando la chimenea y mullendo el sillón orejero.

lunes, 12 de septiembre de 2011

El artículo


Hace un rato, durante la siesta, he soñado que escribía el artículo semanal al que me obliga mi contrato con el más poderoso grupo periodístico del país.
Un artículo -ya puestos, vamos a hacerlo bien- original, único, imperecedero, un monumento literario erigido a mayor gloria del lenguaje y la imaginación.
Cada palabra, la justa y necesaria; cada frase, ejemplo de sintaxis, en su sitio y con su orden exacto; cada párrafo, más convincente y literario que el anterior.

Para que os hagáis una idea cabal de mi talento, os diré que no tenía nada que envidiar a ninguno salido de la pluma de un González Ruano, de un Chaves Nogales, de un Camba, de un Cunqueiro, de un Pla…

¿Y de qué trataba esa maravilla?, me preguntareis con todo el derecho después de abriros el apetito de la curiosidad con su exquisitez formal, con su tema novedoso, con su insinuada genialidad a cuestas.
Y yo que sé de qué trataba; ya os digo que ha sido un sueño.

Si me acordara, y supiera hacerlo tal como lo describo, lo hubiera escrito al momento de despertarme en vez de perder el tiempo tecleando esto, precisamente porque ni me acuerdo ni, aun recordándolo, creo que el resultado pudiera acercarse ni un poco a alguno de los mentados.

Imagen: Fotograma de El crepúsculo de los dioses, de Billy Wilder

domingo, 11 de septiembre de 2011

Ovejas negras: las ballenas


Las ballenas son los miembros extraños
que se encuentran en todas las familias:
ésos que
-al cabo sin saber la razón-
se suicidan.

sábado, 10 de septiembre de 2011

La Bibilioteca de Gulliver


Conozco a poca gente con tanto entusiasmo y pasión por la poesía como José María Cumbreño. A su propia y excelente labor como escritor y poeta -a mi modo de ver, y dentro de lo que uno, con sus limitaciones, conoce, uno de los más originales y rigurosos de la poesía actual en España; y ahí están títulos como Retórica para zurdos, Genealogías o la antología La parte por el todo para corroborar esto que digo- se suma ahora su labor como editor, una faceta no del todo desconocida para él, pues ya dirigió hace unos años Litteratos, una colección de Littera Libros donde, como el estupendo lector que también es, nos dio a conocer a autores del otro lado del charco como el cubano Luis Manuel Pérez-Boitel, el uruguayo (u oriental) Manuel Arduino, o el argentino Diego Grillo Trubba, un magnífico narrador.
Y lo hace, con esa pasión que antes citaba, y bajo el sello de Ediciones Liliputienses, con La Biblioteca de Gulliver, una colección de libros de poesía de autores contemporáneos en lengua española -ojo, no sólo españoles- donde tendrán cabida 14 poetas de su particular preferencia, poetas en general poco conocidos pero con muchas cosas que y por decir; poéticas diversas que José María nos pone ante los ojos a través de su propia mirada, tamizadas por su filtro experto de lector.

De factura artesanal, las “ediciones liliputienses” son originales en la forma (tirada variable y numerada -alrededor de 50 ejemplares, para redondear-, ninguno de ellos es exactamente igual a otro -distinto papel o cubierta, diferente tipografía en cada uno…-, con el valor añadido de que los poemas incluidos son una selección personal del autor de que se trate…
Detalles que para quienes gustamos de estas cosas del papel impreso nos saben muy bien.

Con el inicio del curso escolar, Chema y yo hemos empezado a retomar nuestra costumbre de vernos al menos un par de veces al mes para charlar de esto y lo otro, de lo divino y lo humano. Así que desde hace unos días, con un café -él- y una cerveza -yo- de por medio, ya tengo en mi poder los dos libros que abren la colección:
Lo demás queda al azar, del mejicano Luis Arturo Guichard, y ¿Por qué hay un plato que gira dentro del microondas?, de Manuel del Barrio Donaire, jienense de Úbeda.

Y hablando de azar: desde hace unos meses, en este blog hay una sección titulada Textos perrunos donde voy publicando textos e imágenes en los que aparecen estos cánidos.
Pues bien, llegué a casa, abrí el libro de Luis Arturo y el poema que se me ofreció al primer golpe de vista fue el siguiente:

Mi perro de los aeropuertos

Cuando todo estaba colocado y el coche
rodaba con su olor aquel de aceite amargo
A esa hora de la madrugada
de la que no puede resultar nada bueno
El perro echaba a correr detrás de nosotros
La lengua, los ojos brillantes, las patas finalmente
derrotadas quedaban por un rato entre el polvo
atrás y el mundo era grande e innecesario
Era el perro de mi niñez, el que siempre
se me quedaba mirando desde la carretera
No he dejado de verlo desde entonces
en los aeropuertos, los taxis, las estaciones,
su mirada preguntando siempre adónde voy,
para qué voy, a esa hora de la madrugada
en la que el mundo
sigue siendo grande e innecesario.

¿Azar? Chi lo sa, que dicen los italianos.

En cartera, esperando turno, poetas como Rocío Cerón, Omar Pimienta, Gladys González, Cristián Gómez Olivares, Miriam Reyes o Alberto Santamaría.

Dentro de la modestia, pasión; dentro de la propuesta, rigor.
¿Es lícito demandar más a una colección de poesía?

Le he pedido que me reserve el nº 13 de cada entrega.

Gracias de nuevo, Chema.



viernes, 9 de septiembre de 2011

Mujer


"El mal gusto conduce al crimen."
Prroverbio francés


Hay una mujer sentada a una mesa tomando un té, sola, con la mirada perdida vete a saber dónde, acaso en su mundo interior más que en algo externo y visible.
De vez en cuando sonríe para sí, como si estuviese planeando un robo o un asesinato y encajaran por fin todas las piezas del plan.
De edad indefinida, es hermosa, con ese punto de belleza y madurez de algunas mujeres que las hace mucho más apetecibles y elegantes que cuando tenían -pongo por caso- veinte años: como esa fruta que te ofrece su zumo y su pulpa en el momento justo de textura y dulzor.
De repente, rompiendo el encanto de la situación llega un tipo hosco, vociferante y grosero bamboleando tripa y papada de manera indecorosa; se acerca a la mesa donde está la mujer, aparta de un manotazo innoble su bolso de la silla, y derrama de golpe sus grasas sobre el asiento mientras agarra el periódico deportivo y exige una cerveza a gritos.
Ni siquiera le dirige la palabra. Ni siquiera un beso de compromiso en las mejillas, un mínimo gesto de cariño o de respeto. 
Un fulano tan zafio que tendría que estar tipificado como delito en el Código Penal.
Estoy por sospechar que es de esos impresentables que se largan sin pagar siempre que pueden. O un canalla que, en vez de auxiliarte, te robaría la cartera y el reloj tras un accidente.
Si el tipo se marcha pronto -antes de que acabe mi copa, que hoy voy con prisa-, pienso acercarme a la mujer y rogarle que me deje participar en el asunto.
Pero si no hoy, mañana la espero aquí mismo de nuevo para hacerme su cómplice a la hora de quitarlo de en medio.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Una aproximación al desconcierto (Presentación)


¿De qué manera se aproxima uno al desconcierto sin acabar más desconcertado, herido de mala manera por las astas de la realidad?
No sé, si queréis que os diga la verdad.
Supongo que cada cual lo hace a su mejor modo y manera: con ejercicios de irreverencia, de olvido, de espiritualidad, tratando de hurtar el cuerpo en lo posible de los embates del morlaco cotidiano, que siempre va buscando cómo hacer sangre, está en su naturaleza dar cornadas.

Hay quien si lo sabe, sin embargo: Javier Sánchez Menéndez lo hace a través del lenguaje misterioso de la poesía, de una manera de entender la poesía que ha estado madurando durante los últimos quince años -lapso transcurrido desde su última entrega poética- y de la que esta "aproximación al desconcierto" es como la última destilación que sale por la boca del alambique.

Mañana viernes, a la atardecida (21:00h) y acompañado de una presentadora de lujo -Rocío Fernández Berrocal-, Javier estará en la Casa de las Monjas de Espartinas, dispuesto a compartir con todos aquellos que quieran acompañarle, ese desconcierto, esa poesía, esa manera de ver y de decir.

Yo no podré estar allí, pero buscaré acercarme a los amigos leyendo algún poema de su libro como este que os dejo de muestra:

Las ocasiones perdidas

Quizá haya ocurrido alguna vez,
entre tanto poema y mujer
y otras cosas

Conoces al amigo
que promete la dicha
y quedas los domingos
para dar una vuelta

Nuestras mujeres hablan,
los niños hacen guerras.

Porque la vida es eso.
Nada más.
Nada menos.

Una aproximación al desconcierto.
Javier Sánchez Menéndez (SIM/Libros)


Eso sí; cuidao con los dulces de los monjas, que se pegan al riñón que da gusto.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Charcos



Hace un rato he regresado a la infancia a fuerza de meterme en ellos y chapotear en todos los charcos que me iba encontrando por la calle.

Los charcos se entristecen si no pasas por ellos.  Como espejos en los que no te miras.

El charco se hermana con el barro esperando la llegada del castor.

Están solos frente al mundo y sus caprichos.
La pareja camina abrazada por el talle bajo la lluvia.
En ese momento, el mundo avanza al ritmo que marcan sus pasos bajo el paraguas, sobre los charcos que pisan.
Las luces borrosas de los coches iluminan la escena mientras el sonido de los neumáticos sobre el asfalto empapado pone el contrapunto sonoro al silencio que pasean.

Los charcos helados como sucursales del frío, cónsules honorarios y pobretones de glaciares e icebergs
.


Imagénes:
Niño chapoteando: http://elprincipedelosmirlos.blogspot.com/
Charco helado: Darío Ossola

martes, 6 de septiembre de 2011

Aforismos de septiembre

 

Aliviaba su soledad de todos los días comiendo frente al espejo.
 

Si te consideras un hombre bueno, disponte a convertirte en diana.
 

Hoy me duele lo de siempre como nunca.
 

Los que se envuelven en banderas pierden toda perspectiva sensata.
 

Duermo desnudo para que mis sueños no encuentren más obstáculos de los necesarios.
 

En cuanto te conozcas bien a ti mismo, querrás no haberlo hecho.
 

Paseaba su ataúd en la mirada.
 

Las cicatrices del héroe a modo de sangrienta y perenne condecoración.
 

Hay risas tan falsas que suenan como campanas tocando a duelo.
 

Siguiendo el dictado de los espejos, las demás cosas empezaron a devolvernos la mirada.

Viñeta: Quino

lunes, 5 de septiembre de 2011

Tiburones


Me acuerdo del Citröen Tiburón, aquel automóvil con aspecto de animal que despertaba en mí sensaciones encontradas: miedo, admiración, velocidad, desastres…

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Me acuerdo del tiburón de Tiburón.