miércoles, 31 de agosto de 2011

5 fragmentos


Sobre los pedazos irregulares y dispersos, tirados por el suelo, de un espejo roto, y proyectada nuestra imagen en sus múltiples superficies; acaso fuera esa la mejor manera, la más apropiada, al menos, de contemplar en verdad cómo somos, de comprobar de manera palmaria nuestra exacta presencia en el mundo: frágil, fragmentaria, fugaz.


Una vez, en mi lejana juventud, creí estar cerca de la verdad. Pero me pareció tan improbable, tan inaudito y arbitrario, que atribuí esa sensación a la soberbia de la poca edad.
La juventud es soberbia porque tiene mucho tiempo por delante. O eso cree.


¡Son tantos los libros y películas -como cajas chinas, como matrioscas rusas-, donde la primera idea, la trama, el asunto clave se van empequeñeciendo, y empobreciendo, capítulo a capítulo, secuencia a secuencia hasta hacerse invisibles e incomprensibles a ojos del que mira, del que lee!


Hablamos de soledad absoluta porque no contamos a, o con, nuestros fantasmas.
Tal vez porque si lo hiciéramos, nos parecería estar en el centro mismo de una muchedumbre furiosa y a punto de aplastarnos como justo castigo a nuestros pecados.


Acabo de darme cuenta de que por mucho que escriba, nunca escribiré el libro que tengo en la cabeza.
Pero esto no es cierto; esto ya lo sabía de antiguo.
En realidad, de lo que acabo de darme cuenta es que es la primera vez que escribo esto. Acaso para tenerlo presente cuando las demás cosas se me empiecen a olvidar.

martes, 30 de agosto de 2011

Elogio de la lectura



Para Isabel Sánchez

“Cuando se lee no se aprende algo,
sino que se convierte uno en algo”.
Goethe

Me resulta muy difícil, casi extraño, catalogarme como escritor. Aunque, bien mirado, y si hacemos caso a la definición que de escritor da el diccionario en su primera acepción, cualquier persona no analfabeta lo sería y yo, por tanto, al igual que vosotros, estaría incluido en ese rol.
Bien es cierto que me gusta escribir, y que de vez en cuando -muy de vez en cuando, si queréis que os sea sincero- me sale un poema que no va a dar directamente a la papelera, o un texto que junto con otros van dando forma, poco a poco, a un pequeño volumen, o relleno algún viejo cuaderno con historias que se me ocurren… En fin.

Pero si de algo puedo estar seguro, es de que soy un lector: fervoroso, impenitente, caprichoso, vago, pasional, infiel, desordenado… un puñetero pajarillo -algunos dicen que de pajarillo nada, que pajarraco y gracias- que va picoteando de aquí y de allá, que salta de autor en autor, que revolotea de género en género y que, como no podía ser menos, alguna que otra vez aterriza herido por la belleza o el horror, por el placer o el dolor de lo leído.
Y si no hay libros a mano pues revistas, o periódicos, o folletines, o manuales, o qué sé yo. Haciendo caso, en un momento de debilidad, a un amigo mío -que un poco raro sí que era, para qué nos vamos a engañar- hasta prospectos de medicinas he leído. Pues bien: este sujeto sostenía que semejantes espantos acaso sean lo más importante que podamos leer porque, en determinadas circunstancias, pueden acabar salvándonos la vida. Una teoría, como podéis suponer, completamente absurda, cercana al desatino y, sin embargo, y aunque parezca contradictorio, no carente de su pizca de razón.

Porque si uno de los mejores destinos que puede tener el ser humano es el de la adquisición de conocimientos que, al fin y al cabo, conformarán su acervo cultural para mejor enfrentarse al mundo -y que en la mayoría de los casos también le harán mejor persona- el camino de la lectura es uno de los más acertados y agradables de transitar. Hay más, por supuesto; así, a bote pronto, yo diría también que el cine, o la música, o el teatro, o la conversación, que como todos sabéis es el arte de opinar con mesura y saber escuchar a los demás. Pero ese sendero de la lectura goza de un estatuto particular, al menos en mi caso, que lo hace mi preferido, el que tomo más a menudo para que me lleve a no sé dónde.

La lectura es un hecho transgresor, rebelde, un acto aparentemente pasivo que, sin embargo, implica una gran valentía: la de la búsqueda en vez de la aceptación. Leer, por tanto, no es sólo instrucción, conocimiento; también es la otra cara de la realidad, aquella que -tantas veces dura y terrible- se nos oculta y a la que sólo se consigue llegar con la imaginación y el sueño.

Porque aquí donde me veis yo he sido faraón en Egipto, escudero de Aquiles en la guerra de Troya, gladiador en Roma, arquero en las Cruzadas, vikingo en Islandia, pícaro en Flandes, cortesano en Versalles, minero en Polonia, explorador en África, samurai en Japón…

He sido señor y vasallo, leal y traidor, víctima y asesino, esposa y amante, erudito y charlatán, prostituta y heroína, ladrón y policía…

He bajado al centro de la Tierra, subido a la Luna, navegado por el Amazonas, peregrinado a la Meca, buceado en el Pacífico, escalado el Everest, cabalgado en las estepas, caminado los desiertos…

Y todo esto tan ricamente, sin sufrir ni un rasguño, y por obra y gracia de esos libros y autores que por deseo de la diosa Fortuna -¡bienaventurada por siempre sea!- los hados pusieron en nuestro camino.

Borges, que imaginó el universo como una biblioteca, decía que gracias a los libros tenemos recuerdos que no hemos vivido. Pues eso, que gracias a ellos, leyendo sus páginas, podemos ser todo lo que queremos y ansiamos, aquello que soñamos y anhelamos y que de otra forma nos sería casi imposible de conseguir.

Bendita locura ésta de la lectura: nunca olvidéis que Don Quijote, aquel loco maravilloso, desfacedor de entuertos, paladín de damas en apuros, sostén del afligido, luchador incansable contra la injusticia y la crueldad, muere cuando recobra la razón y deja de serlo.

Imagen: Iman Maleki

lunes, 29 de agosto de 2011

Nomenclatura y Apología del Carajo


La lengua castellana es tan copiosa,
en voces y sinónimos, tan rica,
que con nombres diversos, cualquier cosa
o con varias metáforas explica.
Monarca Soberano, y Rey... ¡qué encanto!
Todo es un mismo nombre repetido;
y tres veces también con un sentido
son, Pontífice, Papa, y Padre Santo.
Pero hay de grande aprecio entre los hombres,
un cierto pajarraco, o alimaña,
que tiene más sinónimos, y nombres
que títulos tenía el Rey de España.
Yo, por tal de evitárosle trabajo
de una investigación algo penosa,
diré que esa alimaña, o quisicosa
no es el Papa, ni el Rey sino... ¡el Carajo!
Miembro Viril, o miembro solamente
le llama el diccionario... ¡Qué Mezquino!
Sus nombres en el uso más frecuente
son el nabo, el zurriago, y el pepino
el cimborio, la tripa, y el virote
(flores son de la Lengua Castellana)
el visnago, la pica y la macana
son como la mazorca y el cipote.
El príapo, la porra, y el chorizo
el rábano, la pija, y el badajo;
picha y ciruela en Español castizo
son sinónimos todos del Carajo.
El vergajo; la guasca, y mango
el tarugo, el lenguado, y la banana
el pito, y el vitoque... es cosa llana
que equivalen al chocho, y al zanguango.
La butifarra, el tronco, y la batata
o el lagarto, le llama cualquier topo,
el aquello, o la cosa, la Beata
y el Fraile, la correa, y el hisopo.
Muchos suelen llamarle, el trompo, el sapo
otros, el motillón, y el calabrote;
los músicos, la flauta, o el fagote
y el artillero espeque, o sacatrapo.
Siguiendo a la metáfora la hebra
llámanle el narigón, el nene, el chato,
el tramojo, el merengue y de barato,
van péndulo, panal, bicho y culebra.
La berenjena, la pistola, el dómine,
bien lo sabe cualquiera chuchumeco
todos vienen a ser Carajo "in nomine"
lo mismo que el gazapo, y el muñeco.
En el estilo vulgar, llámanle el rabo
y algunos el peludo... ¡Impropio nombre!,
pues por más pendejudo que sea un hombre
no tiene tales pelos en el nabo.
Tiene otros cien apodos que no cuento
que aplica cada cual, según su antojo
como el corvo, la pieza, el instrumento,
el mondongo, el apéndice, el hinojo.
El negocio, la polla, y la poronga
van como suplemento... y pica punto
que no falta purista que suponga
que esto el miembro, y cojones todo junto.
He aquí en todas sus fases, y conforme
a la ley, por el uso sancionada,
con setenta y tres nombres señalada
aquella quisicosa-multiforme.
La cajeta de nombres menos rica
no puede competirle y alza moño
aunque ostenta sus títulos, de Chica
o de raja, argolla, concha y coño.
Lejos de competirle, queda abajo
en buena hora, le añadan papo, y chocho,
nombres de morondanga... Ellos son ocho
y entre todos no valen un ¡Carajo!
Yo, en cualquiera emoción, desahogo el pecho
cuando un fuerte ¡Carajo! desembucho...
Interjección potente del despecho
que si es echada a tiempo, vale mucho.
Del sexto en los sentidos corporales,
es el carajo la mejor prescea;
y más si es de esos miembros burricales
que ostentan a la par Fajardo y Zea.
Palabra comodín, que entra al destajo
en todo, pues se dice sin reproche,
fría como un Carajo está la noche
o caliente está el sol, como un Carajo.
Un buen gallo contenta a cien gallinas
y a diez hembras, cualquier mameluco,
y por ser bien armado, el Rey Nabuco,
se preñó a cuatro cientas concubinas.
No me vengan hipócritas devotos,
tratando de indecentes mis razones,
ellos dicen, testículos y escrotos,
y se asustan de huevos y cojones.
El venerable Astete, sin reparo,
y en verdad que ninguno lo acrimina,
no fornicar prescribe en su doctrina
que es decir, no joder hablando claro.
Masturbación... ¡satánico delito!
clama el predicador; pero un galopo
sigue en la tanda de sobarse el pito
¿Por qué? Porque no entiende aquel piropo.
En asunto de nabo, o de cajeta
pan, pan, y vino, vino, es lo acertado;
dígase claramente que es pecado
el hacerse la paja o la puñeta.
El profeta Ezequiel, dis que Doliba
se entregaba a cualquiera rodaballo
con tal de que le arrimasen panza arriba
verga de burro, y chorro de caballo.
Un Carajo de un seme, grueso y sano
es digno de coronas y guirnaldas
Así ante tan potente soberano
las nobles y plebeyas, caen de espaldas.
Hay de Carajos, variedad bastante:
largos, cortos, redondos, puntiagudos,
derechos y torcidos, servigudos,
y romos y de punta de Diamante.
Si el miembro de botón, como el de un perro
se engancha al fornicar y es un estorbo
y es bueno que sea duro, como un hierro
y es mejor es derecho, que no corvo.
En fin, aquí termina mi trabajo;
si algún censor severo lo condena
que me eche un buen Carajo... en hora buena.
¡Qué más quisiera yo, que un buen Carajo!

Francisco de Acuña y Figueroa



domingo, 28 de agosto de 2011

De laberintos


La mejor prueba de su excelencia construyéndolos es que se perdió en su propio laberinto. 

El vigilante del laberinto tampoco consiguió nunca salir de él.


"El laberinto es, en verdad, la patria de los indecisos".
Gonzalo Hidalgo Bayal

sábado, 27 de agosto de 2011

La filosofía del puma


Para Miguel Ángel Lama



A enemigo que huye,

zarpazo en el lomo.

viernes, 26 de agosto de 2011

Borrachera

Borrachera. Ensayo de eutanasia activa, no exenta de regocijo y escándalo, a base de destilados alcohólicos sin que nos importe demasiado el origen, la graduación o la legalidad de los mismos. 
“Se bebe para olvidar”, dicen algunos buscando justificar su vicio. Nada más cierto: estos devotos de la dipsomanía practican con fervor la filosofía del gorroneo y tienen la molesta costumbre de olvidarse de pagar las múltiples consumiciones alegremente trasegadas para llegar a tal estado.

jueves, 25 de agosto de 2011

Caminos

 
Los caminos están hechos para perderse, no para llegar a ningún sitio. 
Imagen: Dorothea Lange

miércoles, 24 de agosto de 2011

Cuerpo a tierra


Esa expresión, tan militar, de “cuerpo a tierra”, que siempre se pronuncia de manera tajante e imperiosa, encierra más peligro y veneno del que aparenta a simple vista; no hay más que fijarse en que a muchos de quienes la obedecen sin chistar, sin pensar, los arrastra también y sin remedio hasta su última y fatal consecuencia: quedarse cuerpo a tierra para siempre.

martes, 23 de agosto de 2011

2 del Far West



"En estas tierras, un hombre es una de estas tres cosas: rápido, duro o cadáver".

(George Montgomery en Masterson de Kansas,
de William Castle, 1954. Guión de Douglas Heyes)

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A propósito del cine del Oeste, Alfonso Reyes -el mejor prosista en lengua española del siglo XX, según Borges (abro un paréntesis para las disensiones)- le dijo en cierta ocasión a Carlos Fuentes -entonces un mozalbete de 18 años- después de invitarlo a una sesión triple y ante el escaso interés mostrado por éste por tal género cinematográfico:
-Te equivocas. El western es la épica contemporánea. Homero está ahora en el cine del Far West.



lunes, 22 de agosto de 2011

Un poema de Kavanagh leído en Portugal


Carretera de Inniskeen: tarde de julio

Las bicicletas pasan de dos en dos, de tres en tres.
Hay baile en el granero de Billy Brennan,
y el código de medias palabras del misterio,
y el lenguaje de guiños del encanto.
Ocho y media, ni un alma en una milla,
ni una sombra que pueda revelarse
como hombre o mujer, ni una pisada
que revele secretos de la piedra.

Tengo aquello que odian los poetas,
pese al discurso solemne de la contemplación.
Alexander Selkirk conocía el aprieto
de ser rey, gobierno y nación.
Carretera, una milla de reino: rey soy
de orillas y de piedras y de cada florecer.

P
atrick Kavanagh
(La hambruna y otros poemas)
Trad: Fruela Fernández

miércoles, 17 de agosto de 2011

Vaca(s)ciones


Me tomo unos días de vacaciones: paseos, lecturas y bacalao es el plan en Portugal.

Besinhos.

martes, 16 de agosto de 2011

Dudas

 
¿Sabríamos qué hacer si supiéramos qué pasa?

Entre el paréntesis cartilaginoso de las orejas, sobre la simetría de los hombros y la breve columna del cuello, adornada buenamente con los ojos y las fosas nasales y en contradicción casi permanente con las palabras y argumentos que salen de mi boca, esta cabeza coronada de dudas, sembrada de indecisiones.

No tengo ninguna duda de que estaríamos mucho mejor -tú, yo, el mundo en general…- si algunas ideas no hubieran encontrado nunca las palabras para expresarse. 


Poética
Antes del poema, lo sé; al terminarlo, lo dudo.

lunes, 15 de agosto de 2011

Escribir


Podría haberme estado calladito -mejor me hubiera ido-, pero me puede el impulso de insultar a gritos a las palabras que me abandonan en mitad del acto.
De escribir, aclaro.
A ellas, es obvio, no les importan un pimiento los insultos y amenazas que les lanza este inútil: siguen cantarinas y danzantes su camino y me dejan como herencia de su paso un poema huérfano, cojo, disminuido para siempre de fondo y forma.
Y así me va.


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Desde que aprendemos las primeras letras y números, los que al final nos inclinamos por la escritura no deberíamos olvidar nunca, amén de las propias del oficio, una de las primeras reglas aritméticas que aprendimos en las aulas tristes de la infancia; más exactamente la segunda, aquélla que nos enseñó a restar.
Y es que escribir no es más que eso: sustraer del texto torrencial y primigenio (minuendo, sustraendo) a base de tachaduras y borrones, para quedarnos, al cabo, con la exacta diferencia del relato, del poema.


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Para quienes presumimos, envaneciéndonos tontamente, de escribir y publicar de vez en cuando, la lectura debería ser algo más que un mero entretenimiento; a mi modo de ver tendría que ser, antes que nada y también, un paso previo, una suerte de entrenamiento específico para lo que se quiera escribir, sea esto lo que quiera que sea.
Porque de nuestras lecturas, no tengo ninguna duda de ello, sale lo fundamental de nuestra escritura.
Y no todo vale por igual.

********************************************************************Escribir, escribir, escribir a pico y pala, sudando la gota gorda amarrados al banco de trabajo, limpiándonos la frente con el dorso de la mano, negra de tinta.
Y echar mano al botijo de cuando en cuando para pasar el mal trago lo más deprisa posible y recobrar fuerzas antes de seguir con la tarea.

domingo, 14 de agosto de 2011

Prensa


En mi cafetería habitual, en una mesa contigua a la mía, codo con codo uno con otro, casi siameses, dos tipos que ya no van a cumplir los setenta examinan cachazudos el periódico.
Estoy deseando que acaben el escrutunio y lo dejen libre para mí.

Ceñudos y serios, se les ve cabecear progresiva y negativamente página tras página, desde Internacional a Deportes, desde Sociedad a Economía, y pasando por Política hasta llegar a los programas de televisión, los horóscopos, las esquelas -lagarto, lagarto- y los anuncios de contactos.
Donde, por cierto, y con rijosas y casi desdentadas risitas cómplices, más tiempo se detienen.
Con razón dicen que la esperanza es lo último que se pierde.
Tras cerrarlo de golpe, casi con furia, uno de ellos comenta, mordaz y dubitativo:
-No me gusta como caza la perrina.
-Ni la orina del enfermo -remata el compinche la fiesta.
Y se me quitan al punto las ganas de hojearlo.


*****
El periódico se ríe de nosotros todos los días con las mentiras que nos cuenta.

*****
El periódico de anteayer, doblado de cualquier manera bajo la mesa del salón, parece llevar cien años muerto.
Y no digamos ya del rimero de diarios empaquetados en el sótano; entonces ya no hablamos de noticias, de vagos sucesos olvidados desde hace meses, sino de arqueología, de restos muertos de nuestra vida que algún día sorprenderán a alguien.


*****
Si no hay erratas de por medio jodiendo la marrana más de la cuenta, hay que reconocer que todos los periódicos llevan, aunque casi siempre sean las únicas, dos verdades fehacientes: la fecha y el precio.


sábado, 13 de agosto de 2011

Cines de verano



Me acuerdo de los cines de verano, ilusión de los sábados: el Manchego, el Nevada, el Veracruz.
Y del bocadillo, la gaseosa, las pipas de girasol, el regreso a casa de madrugada.








viernes, 12 de agosto de 2011

Perros en tres líneas


R. Pleynet, natural de Annonay, de catorce años, ha mordido a su padre y a un compañero suyo.
Hace dos meses, un perro rabioso le lamía la mano.


En los alrededores de Noisy-sous-École, el señor Louis Delilleau, de setenta años, cayó muerto: una insolación.
Con gran rapidez, su perro Fidel le comió la cabeza.


El lionés Frachet, mordido por un perro carlino al que se consideraba curado (Instituto Pasteur), quiso morder a su esposa y murió de rabia.

Félix Fénéon



Por obra y gracia de esos misterios informáticos que a uno se le escapan, Blogger ha decidido, por su cuenta y riesgo, trasladar la barra de este blog (archivos, enlaces, información del autor...) al final de la página.

Se aceptan soluciones para volver a la situación anterior.

jueves, 11 de agosto de 2011

Añil


Añil


en la determinación del huérfano de madre,
en el semblante vertical del hipocampo,
en la irreductible voluntad del cardo salvaje,
en el espíritu perverso del zafiro,
en la muerte repentina de las tardes,
en la precisión de los documentos de guerra,
en la torva despedida de los huéspedes,
por el enigma sin explicación del beso.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Relojes y engranajes


4694.- Limpieza. Para la limpieza de relojes de pared ó de torre y engranajes de toda clase, se prepara una lejía de sosa bien caliente, compuesta por una parte de sosa y 20 de agua. Se atan con un alambre las ruedas y demás piezas que deban limpiarse y se suspenden en la lejía durante unos 10 minutos. Las incrustaciones y la grasa desaparecen rápidamente aún de los sitios donde están más adheridas. Se extraen entonces las piezas del baño y se lavan con mucha agua, sumergiéndolas acto seguido en otro baño compuesto de 1 p. de cianuro potásico (muy venenoso) disuelto en 20 p. de agua. Esta última operación tiene por objeto el impedir la formación de óxido sobre el latón. Se lavan de nuevo las piezas con agua y se secan entre serrín caliente ó salvado. Finalmente, se pasa por cada pieza un cepillo suave. Mediante este procedimiento, todas las piezas aparecen como nuevas, sin que puedan estropearse ni las partes más delicadas.

4695.- Se pueden limpiar muy bien las máquinas de reloj y los rodajes en general, por medio de la siguiente composición, útil especialmente para el latón, y que no ataca los ejes de acero.

Agua............................. 80 gr.
Acido oxálico................. 3 gr.
Alcohol......................... 20 gr.
Amoníaco..................... 10 gr.
Jabón............................ 15 gr.

4696.- Los relojes pequeños y los de bolsillo se limpian dejando las piezas en bencina y frotándolas con un cepillo.


martes, 9 de agosto de 2011

Cagadas


Seguramente no tiene nada que ver, pero no sé, no sé, a veces estas cosas nos juegan malas pasadas en los momentos más inoportunos.
Aunque me he aliviado a conciencia antes de salir de casa (como si ya me diera en la nariz algo así), después de pasar un rato viendo cuadros que no lo son, esculturas que no lo parecen ni tampoco lo pretenden, “instalaciones desinstaladas”… en el Museo de Arte Moderno, cuando me enfrento sin anestesia ni nada a una fotografía gigante de esa imagen que veis (mierda -literal, no metafórica- enlatada del "artista"), cuando contemplo estupefacto semejante espanto y gilipollez, siento de golpe unas ganas irrefrenables de orinar y la compaña (que decía mi abuela): me meo patas abajo, me voy de barilla, he de tirar ya mismo de bragueta y calzoncillo, voy a darle trabajo a los esfínteres, no me aguanto ni un minuto más.
Tengo que salir del museo casi a la carrera porque no me atrevo a hacerlo allí dentro, en los lugares que supongo habrá dispuestos al efecto para las urgencias excretoras del personal, tanto mayores como menores.

Y es que nunca se sabe; no vaya a ser que, sin querer, orine, o defeque, o ambas cosas al tiempo, inmisericorde y placentero (con ese deleite inenarrable -quien lo probó, lo sabe- que se experimenta al liberar con premura lo que nos sobra y molesta en los entresijos), sobre la obra de arte de algún posmoderno -los retretes públicos son cada vez más raros y difíciles de uso-, el artífice que expone se lo tome a mal, y montemos un escándalo por una tontería.
Estoy por sospechar -dado mi apremio intestinal no he podido comprobarlo in situ, pero no me extrañaría ni un pelo de estos fulanos- que junto a los excusados, los organizadores hayan provisto un buen suministro de latas ad hoc por si algún visitante se sintiera epígono del “maestro”, enlatara allí mismo la suya propia después de proceder a modo, la cediera gustosamente a los fondos del museo, y éste, oliéndose el negocio, pudiera seguir sacándole unas perrillas a los incautos con una nueva exposición organizada ex profeso con las deposiciones más recientes y novedosas inspiradas por "el clásico transalpino".
Que nunca se sabe donde salta la liebre y cosas más raras se han visto. 
"Obra de arte": Piero Manzoni

lunes, 8 de agosto de 2011

La barca

Oigo, o sueño, no sé bien, en lo profundo de la noche, un golpeteo seco y monótono, rotundo, una percusión de sólidos antiguos, de piedra contra madera.
A oscuras y en silencio, atento al sonido venido de repente en la madrugada, pienso al pronto en alguna pequeña barca de remos en ruinas, de fondo plano y ya casi esponjoso por la humedad topando, repetitiva y tenaz, contra el muro de alguna escollera fluvial, impulsada por el agua que se mueve, despaciosa y rítmica, hacia la orilla antes de hundirse en el fango.
Me levanto a ver qué sucede. Pero desde la ventana de mi cuarto, ay, no se ven los muelles del Moldava.

domingo, 7 de agosto de 2011

Sombras



Sin su sombra, las cosas no existirían. 


La llevo pegada detrás, incansable y sórdida, arrastrándose por las aceras y los charcos al ritmo de mis pisadas durante toda la vida.
Estoy ya un poco cansado de ese acoso insistente, así que para librarme de ella varío de improviso la dirección de mi camino intentando despistarla: rápidamente, doblo dos esquinas en ángulo recto, y con esa simple maniobra soy yo quien se convierte de golpe en su perseguidor.
Es un remedio, lo sé, transitorio y fugaz, inútil al cabo.
Ella no comprende el por qué de mi gesto repentino, mi caprichosa traición a su lealtad de siempre, pero ahí está de nuevo, ahí sigue estando, terca, a merced de mis pies y mis intenciones. Pegada a las suelas de mis zapatos, es ella ahora la que, para variar, tiene miedo de mí.

Y durante esos pocos momentos, me río yo de mi sombra.

 

Ni siquiera en la más absoluta oscuridad podemos desprendernos de nuestra sombra.


Por la noche, a la intemperie, nuestra sombra nos abandona dejándonos, ahora sí, en la más completa oscuridad; y ésta, entonces, se hace aun más densa y oscura, más terrible y amenazadora.



Existen sombras que no sabemos de dónde emergen, cuál su oculto origen; son esas presencias que unas veces amenazan y otras acompañan.





Imágenes: George Krause

sábado, 6 de agosto de 2011

Mis rubias


A pesar de esos labios fríos como el cristal, un punto agrios, y, al tiempo, tan refrescantes, besan bien, muy bien.

Son todas rubias, fáciles de conquistar, y sus líquidos roces no me faltan a diario.
No me quejo.

Tienen unos nombres, vaya usted a saber por qué, algo extravagantes y exóticos, como de diosas alegres y lujuriosas de alguna saga nórdica, arduos de pronunciar después de unos cuantos de sus besos hechiceros: Voll-Damm, Heineken, Carslberg, Mahou



viernes, 5 de agosto de 2011

Justicia


Justicia. Entelequia, ensueño, fantasía.
Altiva señorona con la que es aconsejable tener el menor trato posible, pues de la forzosa relación con ella y sus adláteres a sueldo no acostumbra a resultar nada bueno.
Suele venir representada con una venda sobre los ojos, una balanza en una mano y un espadón en la otra. Al ir a ciegas, reparte mandobles a la buena de dios sin reparar en quien pueda ser inocente o culpable de vaya usted a saber qué, razón por la cual la justicia brilla por su ausencia en la mayoría de las ocasiones.
A mí lo de la balanza se me antoja un estorbo innecesario, pero, en fin…
Ya lo dicen los gitanos: “Juicios tengas y los ganes”.

jueves, 4 de agosto de 2011

Ajax


Me acuerdo del caballero blanco que regalaban con el detergente Ajax.
Nosotros los pintábamos de colores -cada ejército su color- y librábamos con ellos cruentas batallas de mentira que duraban toda la semana.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Reflejos condicionados (2)


Hacía mucho tiempo que no me tropezaba con esta escena de hoy: una mujer en el patio de su casa con un pañuelo viejo en la cabeza, delantal, alpargatas, y, en la mano, el azotador de mimbre para sacudir de las alfombras del invierno esa caspa invisible de polvo y pavesas, de huellas y pisadas, de miguitas y cenizas... residuos minúsculos e inútiles que el tiempo del frío deposita sobre ellas, silenciosos y leves.

Ha sido verla fugazmente mientras pasaba por delante de su puerta abierta, y el resorte de la memoria, como un mecanismo rancio y oxidado al que le hubieran puesto aceite limpio y dado cuerda de nuevo, ha empezado a desperdigar ante mis ojos, como fotogramas en sepia de un viejo rollo de película pasados a cámara lenta, otros muchos personajes de la vida de entonces, gentes y profesiones ya arrumbadas por la técnica y el progreso en una esquina de la vida y caídos casi en el olvido: el que estañaba las sartenes y pucheros con un soplete tosco que más parecía instrumento de tortura que herramienta sanadora; el que iba por las casas vendiendo hielo con la barra al hombro y el picahielos en la cintura -tal un espadín de juguete-; la viuda con zapatillas negras de paño que tiraba del carrito de las berenjenas en vinagre y las aceitunas y las guindillas (encurtidos y variantes, le decían a estos productos, a esta industria); el tendero de colmao con el mandil a rayas verdes y negras…

Y por último, y en una extraña asociación mental con el acto de azotar, también se me han venido a la mente los que vareaban la lana de los colchones en patios, aceras y descampados cobrando su labor en moneda o en especie.

martes, 2 de agosto de 2011

Reflejos condicionados


Es curiosa la manera en que se manifiestan a veces los recuerdos de la infancia, ese oculto poder que tienen a su disposición y ante el que sólo podemos rendirnos, las más de las veces, sin condiciones que valgan.

Hoy, por ejemplo: mientras iba por la calle camino de mis quehaceres matutinos (una kafkiana gestión municipal, tomar un café con mi amigo Luis -él toma té con limón-, acercarme a PuntoAparte a ver si ya había llegado el libro que pedí, reclamar contra una abusiva comisión bancaria…), he visto carámbanos en los aleros y, en un reflejo automático, como de perro de Pávlov, las yemas de mis dedos, mis orejas, han recordado de golpe los crueles sabañones de los inviernos de antes, cuando el frío sí que era una cosa seria y no estos inviernos cobardes y comodones de ahora, que parece que les diera vergüenza molestarnos o se hubieran vuelto perezosos para bajar de los 0º.

El ataque ha sido tan imprevisto, virulento e inmisericorde, que he tenido que pararme en mitad de la calle y rascármelas a conciencia, a dos manos con ritmo sostenido, y con los ojos casi en blanco por el placer de atenuar el picor.

La gente que pasaba junto a mí me miraba de una forma muy rara mientras se apartaban de mi lado, discretamente algunos, con prisa y aprensión los más por si las moscas.

No fuera a ser contagioso.

lunes, 1 de agosto de 2011

Chicas, chicas, chicas (refrescantes)

Hacía mucho tiempo que no colgaba aquí ninguna de estas chicas; cada vez que abría la carpeta donde las archivo parecían mirarme con un cierto reproche, como si pensaran que las había olvidado, desagradecido de mí.

Nada de eso, monadas: hoy os llevo a que os refresqueis.

Al fin y al cabo, estamos en el mes playero por excelencia.

Y vosotras, a la vista está, bien os lo mereceis.