miércoles, 31 de mayo de 2017

Llevar la contraria


Tuve un amigo cuya mayor aspiración y talento era llevar siempre la contraria. Disfrutaba con ello y, la verdad sea dicha, lo hacía con sólidos argumentos la mayoría de las veces.
Un poco cansino, tal vez; pero absolutamente necesario, me parece a mí.

domingo, 28 de mayo de 2017

Elección


Tenía ese pálpito insistente que nunca me ha fallado de cuando las cosas no van como debieran.
Cuando le pregunté si se veía con alguien se puso tensa de repente, rehuyéndome la mirada, intentando en vano y de manera burda cambiar de conversación.
Idéntica reacción, por cierto, a la de mi marido ante la misma pregunta.
A la vista de las respuestas, ya no me cupo duda del engaño. Y era evidente que algo tenía que hacer, no podía quedarme a verlas venir como una pánfila que no se entera de nada. De modo que sopesé mis opciones: o elegir a uno de los dos o deshacerme de ambos sorprendiéndolos juntos in fraganti y que vieran que yo no me chupo el dedo.
Y elegí.
Ahora Margarita y yo recordamos aquello riéndonos del cerdo adúltero.
Que hombres hay muchos, pero amigas…

sábado, 27 de mayo de 2017

Sin pudrirme


Plan de vida: llegar a viejo sin pudrirme por el camino.

viernes, 26 de mayo de 2017

Paralelismos librescos




Hace un par de años, en primavera, y en el plazo de dos semanas, publiqué dos libros: Algo que perder (La Isla de Siltolá) y Hay un rastro (delalunalibros).

Dos años después se repite la misma historia: también en primavera, también en el plazo de dos semanas, vuelvo a publicar otros dos libros: Microrrelatos domésticos (Takara Editorial) y Álbum de sombras (Eolas Ediciones).
Cada uno de ellos, por cierto, en un registro diferente: aforismos, poemas, microrrelatos y, digámoslo así, textos biográficos adobados con un poco de imaginación.

Que esta casualidad se haya dado de esta manera no implica, ni mucho menos, que dentro de otros dos años vaya a suceder lo mismo. 
Aunque nunca se sabe.




lunes, 22 de mayo de 2017

"Esperando a los pájaros del sur", de León Molina (una presentación)



El hombre en su lugar
Supe por primera vez de la existencia de León Molina hace apenas tres años a través del blog del poeta, novelista, ensayista y traductor Antonio Rivero Taravillo, en una entrada en la que este hablaba con entusiasmo -y yo diría que hasta con fervor- del libro El taller del arquero: aquella deliciosa sucesión de haikus, de aforismos, de tankas, de animales, de lluvia y nieves; aquellas páginas, felizmente recuperadas al completo en esta hermosa edición de La Isla de Siltolá que hoy presentamos, repletas de sensibilidad y belleza como las alas de una mariposa o el vuelo de un pájaro, despertaron en mí dos sensaciones enfrentadas: admiración y envidia. Por esa manera de contar lo minúsculo, lo que aparentemente no importa, la frágil apenas. Para eso, claro, hay que tener la mirada poética y el talento como escritor de un poeta como León Molina, atributos que uno, ay, tanto echa de menos en tantas ocasiones.
Esperando a los pájaros del sur: al leer este hermoso título de la poesía reunida por León Molina se me vino de pronto a la memoria el de aquella novela de Caballero Bonald “Toda la noche oyeron pasar pájaros”, bellísima frase (en realidad, un endecasílabo perfecto) anotada por el padre Bartolomé de las Casas del diario del primer viaje de Cristóbal Colón a “esas Yndias equivocadas y malditas”, por evocar también otro del maestro Rafael Sánchez Ferlosio. 
Y me he acordado también, sobre todo gracias a algunos poemas de Llegar (Los muertos, En el bar, Lugar, A mis soledades voy...) -y esto lo digo no como un demérito ni mucho menos sino, antes al contrario, como un absoluto elogio- de La miel, ese extraordinario libro del italiano Tonino Guerra (uno de mis dioses tutelares en la poesía contemporánea), magnífico poeta amén de excelente guionista en películas tan emblemáticas como La Notte de Antonioni, Amarcord de Fellini o La noche de San Lorenzo de los hermanos Taviani.
Intuición y conocimiento, madurez y reflexión, serenidad y temblor, asoman de continuo en estas hermosas páginas, se aúnan de manera armónica en estos versos que son un remanso para el espíritu, de común atribulado, del lector. Atributos todos tan necesarios en estos tiempos que corren y a los que bien haríamos en sacarles partido.
Esperando a los pájaros del sur he leído este libro de asombro en asombro, observando los caminos celestes de que se sirven en sus migraciones, atento a los heraldos que anuncian su llegada; y han llegado hasta mí de repente, en tropel, los milagros de las plumas y la poesía.
Ruiseñor, zorzal, autillo, vencejo, tórtola, arrendajo, cuco, alcaraván, buitre, cárabo, alcaudón… Tratado de ornitología, bestiario alado, en estas páginas la palabra alza el vuelo con humildad, pero también con determinación, con la serenidad -pero también con el rigor- de la mirada de los hombres maduros que, sentados en el porche en la mañana que amanece de nuevo, meditan y comprenden el mundo que les rodea.
Maestro de las formas breves antes citadas, en manos de León Molina el haiku, por ejemplo, y por seguir citando pájaros, es un colibrí de muy alto vuelo.
Senda otoñal.
Suena mansa la lluvia
sobre mi capa.

Cae la tarde.
Al porche habrá llegado
el colirrojo.

En el nogal
se ha posado la luz
igual que un pájaro.

El viento norte
zarandea los chopos.
Suena un portazo.

¿Qué he visto, en definitiva, tras la lectura de este libro? He visto a un hombre que ha llegado a su lugar; allí construye su casa; allí se funde con el paisaje que lo rodea (se hace roca, pájaro, río, árbol…), y calmo y silencioso, sentado en una piedra lo observa y comprende; o recorre en su deambular sereno caminos y sendas, empapándose de intemperie y silencio. Después, el poeta, sapiente y generoso, nos lo cuenta con la hondura y sencillez de las palabras bien dichas, sin lastre ni alharacas, sin adornos (quiero decir sin adjetivos superfluos o cargantes, sin metáforas manidas…), casi en voz baja, y sin embargo ¡cómo resuenan dentro de nosotros estos versos preñados de vida y belleza!
He paladeado un libro en el que mana la calidez de la tierra, la humedad del estanque, el incendio del sol, el furor del viento; donde hay amor, amistad, memoria y recuerdo, pero también esperanza y futuro.
Un libro que recupera el mundo, nuestro mundo, como un lugar más hermoso y habitable.
Podría ser con cualquiera de ellos porque todos los poemas de este libro, sin excepción, contienen un germen de emoción y belleza; pero me vas a permitir, querido León, que acabe estas palabras leyendo algunas más de las tuyas, esta docena de versos que, cuando tu libro llegó a mis manos y lo abrí impaciente, el azar quiso depararme:

Lo que recuerdo de ti
Tú eres lo que yo recuerdo
de ti, el cofre que te guarda.
Observo tu cuerpo desnudo.
Te acaricio, doy vueltas
lentamente a la llave.
Escucho el llanto de tu piel.
Abro la puerta muy despacio
y contemplo la luz.
Entro y desapareces
en la memoria infatigable.
En la serenidad del sueño tú eres
lo que yo recuerdo de ti.


Texto leído por 
Elías Moro
como presentación a
Esperando los pájaros del sur
(Poesía Reunida 2004-2016)
de León Molina,
en la Feria del Libro de Sevilla.


21 mayo 2017


sábado, 20 de mayo de 2017

Deuda


Deuda. Injusticia cometida contra nosotros por quien, atendiendo a nuestras patéticas súplicas de antaño, y llevado por una lástima digna de mejores empeños, tuvo la ingenuidad, o la desfachatez, de prestarnos dinero con la absurda y peregrina pretensión de que le fuera devuelto en plazo y forma.
Con intereses, por supuesto.

martes, 16 de mayo de 2017

Clausura


He pedido mi ingreso en esta orden en calidad de novicio y dispuesto para hacer todo lo que se tercie y tengan a bien ordenarme las sores:  jardinero, pinche de cocina, hermano portero, chico de los recados... Incluso de palafrenero, les he puesto en la instancia para que vean mi buena disposición.
No sé, que me gustan el hábito y los hábitos.
Que lo iban a estudiar, me dijeron. Que muchas gracias, mozo, me dijeron. Que ya le llamaremos, me dijeron.
Y las hermanas (¡las muy descocadas!), se están jugando mi petición a las cartas.
Sin prisas y cada vez más fresquitas, como bien se ve.
¡Me carcome la espera!

sábado, 13 de mayo de 2017

Mitología amorosa


Aire y agua, ave y pez, el ángel y la sirena serían el complemento perfecto el uno de la otra, amándose para siempre justo en el límite de sus dos reinos, de sus dos mundos.
Siempre que el ave no fuera gaviota (rata del aire), y el pez, tiburón (señor de la sangre). 



jueves, 11 de mayo de 2017

Con certeza


Si supieras con certeza que vas morir mañana… ¿qué libro leerías el último? 
Y no es una pregunta tan simple como pudiera parecer.

Imagen: Vincent Van Gogh

miércoles, 10 de mayo de 2017

Vísperas


Un día inútil es ese en el que sientes que sus horas no son más que las vísperas de nada.

Foto: Joan Colom

lunes, 8 de mayo de 2017

Viudez


Viudez. Estado civil en el que la mujer disfruta a todo trapo de la pensión correspondiente generada hasta el momento del óbito por la actividad laboral del difunto. En esa misma tesitura, el hombre, quejoso y lastimero en su habitual simpleza de miras, tan sólo intuye cercana la sepultura.
Otra prueba más de lo que todos sabemos.

domingo, 7 de mayo de 2017

El amor es ciego



En mi total oscuridad de siempre, desconozco en verdad la luz y sus matices. Pero cuando tú te enciendes, y me enciendes, siento que puedo ver, y verte, mucho mejor.

viernes, 5 de mayo de 2017

Temblar, comprender


"Ante la poesía, tanto da temblar como comprender".

Baldomero Fernández Moreno

jueves, 4 de mayo de 2017

Úteros


Esos lugares recónditos (los abismos submarinos, las simas y grutas de las montañas, lo intrincado y profundo de algunas selvas y bosques) es como si fueran los úteros de la naturaleza.  
Por eso quienes se aventuran en ellos se atan todo lo que pueden a esa pasión.
No quieren que otra vez les suceda lo mismo; al menos, no sin presentar batalla. 

martes, 2 de mayo de 2017

Una melodía antigua


El aire silba cuando entra en los pulmones una melodía antigua que se acuna en la respiración, en el canto, en la palabra que designa tu nombre, lento y leve, y lo lleva, como en volandas, casi acunándolo, hasta mis labios y mis oídos.