Cuando casi estaba
convencido de que la nave ultramarina que navegaba hacia puerto Naumaquias -y cuya
singladura me había sido anunciada tiempo atrás por su armador Malabia- habría naufragado en el
proceloso mar de Correos o en algún océano ignoto en la ruta de las especias por
obra y ¿gracia? de alguna imprevista borrasca; cuando casi había perdido la
esperanza de ver aparecer sus velas amistosas en lontananza con viento a favor,
finalmente, la anhelada nave de papel impreso ha llegado a destino: en su
bodega (léase, dentro del sobre) la carga de tesoros de los que aquí dejo constancia
gráfica como prueba para incrédulos: dos libros de poemas de Luis Santana (Carta
no enviada y Leyendo la fuga), la obra teatral Et in arcadia ego,
original de Bruno Marcos, la hoja volandera
Librastófilos, octava entrega de
la novela en marcha Mortisaga, y en la que se da cuenta, en una minuciosa y divertida crónica,
de la presentación de la última entrega, por ahora, de la revista La Galerna, y una bella edición de La canción
de disidente, título del pregón escrito y leído por mi queridísimo
Tomás Sánchez Santiago con motivo de XXXIX Feria del Libro de León.
En un par de hojas
sueltas de su cuaderno de bitácora, la tripulación al completo, de forma
manuscrita, envía muestras de su afecto a este lejano letraherido de un suroeste tierra
adentro.
Y uno no puede sino celebrarlo
a modo y agradecer semejante derroche de generosidad.
¡Larga vida a esa
cofradía de ultramarinos y chamarileros del papel impreso que campan a sus
anchas por tierras leonesas!
No hay comentarios:
Publicar un comentario