sábado, 1 de septiembre de 2018

"Retórica para zurdos" (bis)


Extracto de otro volumen del mismo título publicado por la Editora Regional de Extremadura en su colección de Ensayos Literarios en 2010, esta nueva edición de “Retórica para zurdos” de José María Cumbreño (recién salida de las prensas liliputienses de la Isla de San Borondón), es un breve y delicioso paseo (aunque a veces también un tanto amargo) alrededor de las motivaciones, propósitos y consecuencias que conllevan los actos de leer y escribir, vistos desde la particular óptica del autor.
Particular, sí, pero no por ello excluyente; antes al contrario, muchas de estas reflexiones poéticas y aforísticas pueden ser compartidas (en mi caso lo son) por quienes también enfrentamos esas tareas de vez en cuando con un cierto entusiasmo.
En apenas sesenta páginas (y en las que tipográficamente cada una de ellas es única y diferente a las demás -otra vuelta de tuerca con respecto a esa primera edición que antes citaba-) Cumbreño regala a los lectores todo un tratado sobre el hecho (tantas veces gustoso, tantas otras frustrante) de juntar palabras para dotarlas de un nuevo sentido.
Un librito para leerlo despacio.
Y luego, si acaso, escribir sobre ello.

Tres ejemplos:

Juguetes de cuerda

Los malos libros son como los juguetes de cuerda: en cuanto el lector termina la última línea, se quedan parados.

*
Escribir

Enhebrar un aguja con los ojos cerrados.

*
Cada vez escribo menos

Cada vez escribo menos.
Cada vez me da más vergüenza escribir.
Por lo general, se piensa que la inseguridad suele ser el lastre de quien empieza, aunque quizá el momento en que se duda de verdad llega después.
Al principio las cosas sencillamente se hacen.
Luego uno empieza a preguntarse no tanto por qué las hace (cualquier palabra, convenientemente golpeada, se convierte en una excusa), sino a quién cree que va a engañar con todo esto.



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