viernes, 10 de septiembre de 2010

Garcillas



A la luz del crepúsculo (rosas y naranjas, grises de todos los matices jugando a esconderse, azules sin nombre...), una bandada de garcillas surca el cielo por encima de mi casa todos los días. Son nueve, y vuelan en formación con punta de flecha.
Cuando éramos niños y los pájaros volaban así decíamos, no sé por qué, no tiene ningún sentido, que iban de boda.
Creo que son siempre las mismas y avanzan con un volar cansino hacia sus posaderos en una isla del río.
Por la mañana, cuando voy al trabajo, sus cuerpos blancos, inmóviles en las ramas de los árboles, salpican el follaje como una extraña nevada.

Imagen: Jesús Mora

7 comentarios:

  1. También por aquí decíamos, cuando volaban en tal formación, que iban de boda. Y también yo, en mis paseos matutinos, las veo anidadas junto al Tajo, y tengo, como tú, esa sensación de extraña nevada.

    No sabes cómo me he visto reflejado en tus palabras.

    Un abrazo.

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  2. Esta imagen me lleva a la infancia. Yo hace mucho que no la disfruto.
    Una pena.

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  3. Yo también recuerdo lo de la boda... Si esa imagen nos faltara no pasaría nada, podríamos seguir sin más, sin embargo precisamente esa imagen matutina o al atardecer es lo que hace que ese día sin ser diferente sea especial, como cuando empieza a nevar, lo has viso muchas veces pero siempre entraña misterio.
    Un saludo

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  4. Antonio: pues otra coincidencia, o sensación, o manera de mirar, al saco común.
    ¿De donde vendrá lo de "la boda"?

    Un abrazo.

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  5. José Antonio; sí, una pena. Merece la pena el espectáculo.
    Pero seguro que en algún río cercano la encuentras sin mucha dificultad.

    Un abrazo.

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  6. ¡Ah, Ada, el misterio!
    Acaso ahí esté de verdad lo que nos llama la atención y se nos queda pegado a las paredes del recuerdo.

    Un abrazo.

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  7. Querido Elías, el lirismo de lo escrito sobre las garcillas me ha recordado el espíritu y elementos con los que nace el haiku.

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