La
agonía, no la muerte.
La
pérdida repentina o paulatina de dignidad, no la muerte.El dolor inmenso y pertinaz, malvado, royéndote por dentro, no la muerte.
Y no acabar de morirse de una vez por todas llegados a este punto.
Eso es lo terrible, no la muerte.
Pues sí, eso es lo terrible y angustioso. Y lo peor es que no depende de nosotros el poderlo evitar.
ResponderEliminarAcertada reflexión, Elías.
Un abrazo.
¡Cuánta razón! Todo eso y más es peor que la muerte. Me gusta tu blog.
ResponderEliminarEn otras palabras lo terrible es sentirse mal.
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