Moda náutica (57)
Es saludable consejo que antes que embarque se haga alguna ropa de vestir que sea recia y aforrada, más provechosa que vistosa, con que sin lástima se pueda sentar en crujía, echar en las ballesteras, arrimarse en popa, salir a tierra, defenderse del calor, ampararse del agua y aún para tener para la noche por cama; porque las vestiduras en galera más han de ser para abrigar que no para honrar.
(Del tratado De muchos trabajos que se pasan en galeras, escrito por Fray Antonio de Guevara en 1539).
Botella al mar (59)
Tú escuchas la voz del que te quiere,
tú escuchas los pájaros cantar,
tú escuchas las abejas en el aire.
Todo eso tus oídos pueden escuchar.
Oyes los gozos de la música,
los violines, las arpas, las zarabandas,
y hablar del amor y de la política,
de mil cosas pequeñas y muy grandes.
Todo eso se encuentra bajo llave
para nosotros. Absolutamente, para siempre.
¿Puedes imaginar un mundo que siempre calla?
(Poema impreso en siete idiomas, junto a un alfabeto manual, que un sordomudo repartía en la Costa del Sol española en el verano de 1980, solicitando, a cambio, “la voluntad de los turistas”).
Esteban Peicovich
'Poder imaginar un mundo que siempre calla', para los que somos capaces de oir es casi imposible, te puedes abstraer, pero siempre llega algún murmullo. No, por mucho que se intente no se puede. Este poema me recordaba la película 'Hijos de un dios menor', el protagonista en un momento se tapa los oidos para imaginar como es el mundo de los sordos, algo totalmente imposible. Tampoco podemos imaginar lo que es un mundo sin luz, sin colores, sin correr ni saltar, sin poder botar un balón o acariciar. Debe de ser duro vivir con una discapacidad en un lugar donde nadie se fija ni se da cuenta de que existen. Algo, sin duda, que me permite admirar el valor y la lucha de los retos a los que ellos se enfrentan cada día... y viven.
ResponderEliminarBellísimo poema, gracias por descubrírmelo, me lo quedo.
Saludos
Cómo cada cual sienta el mundo es un misterio para el otro, todos lo que escuchamos y la manera de sentirlo es sólo nuestra.
ResponderEliminarTendré en cuenta lo que he de ponerme para navegar, aunque dudo mucho que lo haga, me horroriza montar en barco.
Un saludo.
Gracias, Ada, por tu interesante reflexión sobre tan bello y desolador poema.
ResponderEliminarPoema que acaso pasara por nuestras manos sin darnos cuenta -¿cuántas veces nos dan algo por la calle que acaba en la papelera más próxima sin ni siquiera mirarlo?- hasta que Peicovich lo miró de otra manera.
Tuyo es. Todo lo de esta ventana es para que lo disfrute todo el mundo que se acerque a ella.
Un beso.
Nada que objetar, Mercedes, a lo que comentas en el primer párrafo.
ResponderEliminarEn cuanto al segundo, también estoy contigo: siempre que sea posible, no cuentes conmigo para navegar.
Yo sólo navego leyendo en el sillón: más cómodo y menos peligroso.
Aunque vete tú a saber.
Un beso.