Quien ha conocido la eterna perfección de una luz de siesta filtrada por una persiana no puede imaginar otra mejor manera de admirar lo que ama. Queda cincelado para el mejor de los recuerdos.
Como en esta magnífica fotografía que nos regalas.
Queridas amigas, Antonio, Javier: Es evidente que en esta entrada todo el mérito es de la fotografía. ¿Quién, hombre o mujer, puede quedarse indiferente ante semejante belleza? El texto se me vino a la mente sin remedio, como algo inevitable.
Como te dije hoy por carta, sigue cultivando estas catedrales de lo mínimo ante las que no cabe más que sentirse extasiado. Así salimos de lo racional para entrar en la iluminación de lo inesperado, donde sin casi nada -la mención de la esencia-, todo colma.
Elías Moro (Madrid, "cosecha" del 59). Jugaba al baloncesto. Ahora quiere a sus mujeres (4) y a sus amigos, lee lo que le dejan, escribe como puede, baila salsa (aunque lo que le gusta de verdad es el tango). Algún enemigo tendrá también por ahí, no voy a decir que no. Estado actual: escéptico.
TESTIGOS DE CARGO
"Cuando escribes te manchas de ti mismo". Tomás Sánchez Santiago Foto de Guillermo Gallego
Nada que añadir, la imagen y las nueve palabras son más que descriptivas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Rotunda verdad ante una sugerente fotografía.
ResponderEliminarUn abrazo.
Guau (o más bien miau).
ResponderEliminarBonita foto y sugerente texto.
Simbiosis perfecta, pero es hermoso imaginarlo aún sin foto ;-)
ResponderEliminarUn beso, o siete.
Una entrada muy sugerente.
ResponderEliminarBonita foto y bonito momento el que entregan las palabras.
Tu sensibilidad es una maravilla.
Un abrazo.
Disculpa mi ausencia.
Quien ha conocido la eterna perfección de una luz de siesta filtrada por una persiana no puede imaginar otra mejor manera de admirar lo que ama. Queda cincelado para el mejor de los recuerdos.
ResponderEliminarComo en esta magnífica fotografía que nos regalas.
Queridas amigas, Antonio, Javier:
ResponderEliminarEs evidente que en esta entrada todo el mérito es de la fotografía.
¿Quién, hombre o mujer, puede quedarse indiferente ante semejante belleza?
El texto se me vino a la mente sin remedio, como algo inevitable.
Gracias por apreciarla conmigo.
Abrazos.
Como te dije hoy por carta, sigue cultivando estas catedrales de lo mínimo ante las que no cabe más que sentirse extasiado. Así salimos de lo racional para entrar en la iluminación de lo inesperado, donde sin casi nada -la mención de la esencia-, todo colma.
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