Hace unos días leí una referencia a este poema (lamento no recordar dónde, pero debió ser en uno de los blogs que sigo de manera habitual) y me picó la curiosidad. Lo busqué, lo encontré, me gustó y hoy lo dejo aquí para compartirlo con vosotros.
Pequeño testamento
Os dejo el
río Almofrey, dormido entre zarzas con mirlos,
las hayas de
Zuriza, el azul guaraní de las orquídeas,
los
rinocerontes, que son como carros de combate,
los
flamencos como claves de sol de la corriente,
las avispas,
esos tigres condensados,
las fresas
vagabundas, los farallones de Maine, el Annapurna,
las
cataratas del Niágara con su pose de rubia platino,
los
edelweiss prohibidos de Ordesa, las hormigas minuciosas,
la Vía
Láctea y los ruyseñores conplidos.
Os dejo las
autopistas
que exhalan
el verano en la hora despoblada de la siesta,
el Cántico
espiritual, los goles de Pelé,
la catedral
de Chartres y los trigos ojivales,
los aleluya
de oro de los Uffizi,
el Taj Mahal
temblando en un estanque,
los
autobuses que se bambolean en Sao Paulo y en Mombasa
con racimos
de negros y animales felices.
Todo para
vosotros, hijos míos.
Suerte de
haber tenido un padre rico.
Qué hermoso legado para repartir, Elías; pido mi parte. Un gran abrazo.
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