-Algún día, todo esto
que ves será tuyo -me decía señalando el horizonte de agua, dando vueltas por
la pieza al ritmo giratorio del foco.
Toda la vida así,
escuchando esto un día tras otro, y otro, y otro, mes tras mes, año tras año,
sin salir nunca de esta isla asquerosa.
Daba un poco de miedo.
Yo creo que estaba
medio loco.
Visto desde lo alto,
parecía un muñeco de trapo despatarrado entre las rocas, salpicado sin cesar de
espumas y cangrejos.
Muy fuerte, ¿eh?
ResponderEliminarAbrazos.
Oye... qué escalofrío me ha dado...
ResponderEliminarIsabel, Antonio: es que ya no podía más, me tenía loca.
ResponderEliminarY los cangrejos también necesitan proteínas de vez en cuando.
Abrazos.