En
relación con el escritor, el lector puede ser un amigo, un aliado, un
simpatizante… Vale todo menos caer en la tentación de convertirlo en cómplice porque,
seamos sinceros, ¿qué culpa tiene él de nuestros tropiezos y delitos con el
lenguaje?
Hace 4 años
Huy, quién sabe. Acaso si el escritor se cuelga demasiado de lo que le gustaría al lector (a mí me parecería un error garrafal pero también muchos escriben para redundar en determinadas líneas que camelan a los lectores) se podría hablar de complicidad de estos. Las industrias editoras saben mucho de eso.
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