Después
de una noche memorable de champán y sexo, y mientras la veía vestirse, yo aún desnudo sobre la cama, tuve un
arranque de romanticismo:
-Un
día de éstos te voy a matar a polvos, tienes mi palabra -le dije.
-Ya
-contestó ella, riendo-; habrá que ver si tienes huevos para tanta tortilla
-remató con su estilo peculiar, sutilmente sarcástico, siguiendo la estela romántica de la
conversación.
Y
se fue tan tranquila la tía, con esa risita tonta que me pone de los nervios.
Cuando
salió del portal, sospecho que riéndose todavía, me asomé al balcón con el saco
de cemento que sobró de la obra de la cocina y se lo lancé encima desde el
noveno piso.
Acerté,
por supuesto.
Yo
siempre cumplo mi palabra; pregunte si no, pregunte usted por ahí a ver si es mentira.
Foto:
Vivian Maier
jajajajajjajaja como para tenerte miedo...
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