Hay quienes se instalan en los bancos
públicos como lo harían en el sofá de su casa: dejan sus bolsas a los pies, se
estiran cómodamente a todo lo largo, hojean un periódico o un libro, destapan alguna botella, se
desperezan sin recato a la vista de los viandantes...
Lo único que parecen echar
de menos en ese momento es un mando a distancia para ir cambiando a su antojo
las escenas que cruzan por delante de sus ojos y no les gustan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario