Zurullo,
mojón, boñiga, churro, plasta…
Resulta
casi enternecedora la inventiva del idioma español para descubrir términos con
los que nombrar la mierda.
Por no hablar de la fértil variedad de
ciertas expresiones jocosas propias al caso que nos ocupa: plantar un pino, tengo un pedo de los que pesan, voy a fabricar un
muñeco de barro…
Enternecedor,
ya digo.
Y
el que esté libre de truño que se tire un cuesco de los buenos.
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