viernes, 18 de abril de 2014

El pelma


¿Quién no se ha visto alguna vez en la situación de soportar a un pelma, ése que te para por la calle y te tiene allí de pie, aguantando sus trivialidades, su verborrea, su cantinela insulsa, abusando de la certeza de saber que no le vas a dejar plantado con la palabra en la boca?

Esos tipos son despreciables; se aprovechan sin recato de la educación de los demás, esa buena educación que es, en muchas ocasiones, la mordaza de la sinceridad, la misma que nos impide mandarle a freír espárragos, por decirlo finamente.

Imagen: Brassaï

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