En
esta foto del maestro Cartier-Bresson, Albert Camus parece el James Dean de la
literatura.
O
quizás, por aquello de respetar la antigüedad en el cargo, sería mejor decir lo
contrario, que Dean, con esa belleza salvaje y un tanto andrógina y efímera en
esta otra (desconozco el autor), parece el Camus de la cinematografía.
La
rebeldía de ambos, el cigarrillo en los labios, la innata elegancia, ese gesto
levemente canalla en los ojos, la muerte, también temprana de ambos, en accidente
de automóvil que los hermana para siempre.
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