miércoles, 15 de enero de 2014

Alcachofas entre verbo y penumbra


El último sobre que llegó a mi casa en el 2013 traía remite de Talavera de la Reina y contenía un delicioso librito -Nuevos cocinetos- “cocinado” a fuego lento, entre verbo y penumbra, por alguien a quien conocí gracias a esta ventana virtual. Desde hace unos cuantos años Antonio del Camino, su autor, me ha acompañado con frecuencia con sus fragmentos de inventario, con sus poemas y recetas. Y desde que nos conocimos personalmente, con su amistad sin fisuras. Ha sido -es- también el lector y comentarista más fiel y constante de estas tabas que uno lanza al aire con la ilusión de que caigan cara. Y espero que lo siga siendo, todo sea dicho, que lo cortés no quita lo pizarro.

Hoy, al abrir el blog y mirar las recientes entradas de mis favoritos, me encuentro con la desazón de leer en el suyo que lo deja, que la penumbra puede con el verbo, si se me permite expresarlo así. Fiel a su estilo, Antonio se despide de sus lectores con unos tercetos encadenados también de mucho sabor que finalizan en una puerta -Y hay veces que la sombra es la que alumbra- abierta a la esperanza de una vuelta.

Respeto su decisión, claro, pero voy a echar mucho de menos mi cita casi diaria con sus apuntes y poemas, con sus recetas en verso, con su cercanía virtual. La otra, la que hemos ido construyendo en esporádicos encuentros personales, envíos de libros, conversaciones telefónicas, seguirá como siempre.

Y decía “delicioso” en el primer párrafo de esta nota, aparte de en su acepción gastronómica, por el mimo y cariño con que este pequeño y sabroso volumen, totalmente artesanal, está hecho. Confeccionado, impreso y encuadernado por sus manos en una, sí, deliciosa, edición numerada para felicitar el año a sus amigos.

Un volumen para chuparse los dedos, cada una de sus páginas de toma pan y moja.

Y hablando de sabor, ved si no una de las recetas de estos cocinetos*.


Alcachofas con calamares

Son mi debilidad las alcachofas.
Por eso os dejo, con sabor a mar,
un guiso con canela y calamar
para el que necesito cuatro estrofas:

desnuda la alcachofa de vestidos
que endurezcan su piel, se la chorrea
con lluvia de limón y se trocea.
Se reserva junto a los elegidos

calamares. Cortamos en juliana
cebolla en cantidad… y a la sartén.
Y cuando la cebolla ya está bien
dorada, se incorpora la huertana

verdura, el calamar, un blanco vino
y un palo de canela. A fuego lento,
se cuece hasta que quede el alimento
tierno, jugoso, confortante y fino.

El día menos pensado me preparo una cumplida cazuela según sus instrucciones y me la meto de una sentada entre pecho y espalda a su salud.

* Un “cocineto” es una receta de cocina escrita en forma de soneto, con o sin estrambote. Con o sin postre, como si dijéramos.


Gracias por todo, Antonio.
 


1 comentario:

  1. Gracias, Elías, por tan entrañable y afectuosa entrada. Seguro que esas alcachofas salen estupendas. Seguimos en contacto.

    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar