Tengo la sana costumbre -creo haberlo comentado ya aquí mismo en alguna que otra ocasión- de acercarme al instituto de Mérida donde imparte sus clases y tomarme un café de vez en cuando con mi querido amigo José María Cumbreño. Para mí, esos escasos veinte minutos de charla con él suponen un oasis en el tráfago rutinario de los días, un, digamos, amable y necesario respiro en las cotidianas obligaciones sin cuento.
Y es raro que en cada una de esas ocasiones me vuelva para casa con las manos vacías; no así con el afecto, del que siempre retorna lleno mi sentir.
Ayer, entre sorbo y sorbo al café que nos pone Sebas -al que no hace falta ni decirle lo que queremos cada cual-, pasaron de su mochila a la mía las dos magníficas ediciones que veis en la imagen: ese "Maldito baile obligatorio", nº 22 de Los Cuadernos de Mildendo de Ediciones Liliputienses, una antología del poeta y amigo Víctor M. Díez (con esa hermosa portada -tengo unos zapatos prácticamente idénticos para bailar tango-) y el cuadernillo nº 88 del "Aula Literaria "Jesús Delgado Valhondo" que corresponde a la poeta argentina Nurit Kasztelan, quien leerá sus versos en Mérida el próximo 1 de marzo. También, por cierto, autora "liliputiense" con el magnífico "Lógica de los accidentes".
Si el tiempo y la autoridad no lo impiden, con ambos estaré dentro de una semanita en el segundo encuentro de "Centrifugados" en Plasencia.
Y, por supuesto, con Chema, alma máter del susodicho encuentro.
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