(A Darío Canton)
que andan a la siga de una perra en celo.
Se le pegan como las moscas a lo dulce.
Nunca supe lo que se siente ser deseado
por el entusiasmo de tantos admiradores.
La felicidad podría terminar siendo una
carga por imposición, no por elección.
Yo daría tres ladridos y unos cuantos
mordiscos para evitar un amo a quien
responder y una mano de quien comer.
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