Hace unos años, mi amigo José Ángel Cilleruelo, El Visir de Abisinia, en un rasgo de generosidad -él es así, generoso y cercano-, me nombró "Tranviario de servicio" de su también fantástico blog delostranvías.
Es un título que he incorporado a mi exiguo currículum y del que presumo con orgullo en cuanto se presenta la ocasión.
Hoy hago uso de él para colgar aquí este texto de Charles Simic con tranvía dentro que he encontrado en sus memorias, Una mosca en la sopa, publicadas por Vaso Roto en 2010.
"Había
trabajado como conductor de tranvía de una línea que pasaba por delante de casa
de mi abuelo. Cada vez que veía a algún miembro de la familia en la parada
pasaba de largo y les amenazaba con el puño. Por suerte ese trabajo no le duró mucho.
Una noche, cuando los tranvías habían dejado de circular, se le ocurrió sacar a
su novia de paseo por las oscuras y tranquilas calles de Belgrado. Iban a toda
velocidad, haciendo sonar la campana constantemente. Despertó a la ciudad
entera. Le despidieron".
No hay comentarios:
Publicar un comentario