viernes, 27 de diciembre de 2013

Soledad



Soledad

Ver a un hombre hablando y bebiendo solo en la barra de un bar, entrando ya en esa neblina pastosa de la ebriedad más triste, no resulta -en lo que puede tener de espejo de nosotros mismos en un momento dado- muy alentador.
Pero si la escena la protagoniza una mujer, el espectáculo se torna, al menos para mí, en especialmente penoso.

2 comentarios:

  1. Una vez más, totalmente de acuerdo.

    Un fuerte abrazo,

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  2. En el caso de él puede que sean lamentos. El de ella seguramente sea el reflejo de quien ya no tiene nada más que perder.

    Un abrazo grande, de los tuyos

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