Canto
sexto
La
Bina vivía en una cabaña
en
el camino malo y paseaba
con
su cabra por el río.
Nadie
sabía si era hombre o mujer:
tetas
tenía, sí, pero también bigote
y
unas botas enormes de montaña.
Nosotros,
los chavales, queríamos saber
si
debajo de las faldas había algo y qué era,
pero
ella tenía siempre las piernas bien cerradas
envueltas
en las enaguas.
Nunca
se supo que hubiera estado con un hombre,
o
con un animal, pero se sabe
que
a la mayor de las tres hermanas americanas
le
hacía ordeñar la cabra.
Le
decía en voz baja: “Agárralo bien fuerte,
no
lo sueltes”. Y a veces cubría con su mano
la
de la muchacha y los últimos tirones
los
hacía con ella para demostrarle que siempre quedaba
en
el fondo del pezón una última gota de leche.
Ahora
la Bina tiene casi cien años. Va
detrás
de su cabra y no mira a la cara a nadie.
(La miel, 1981)
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