Hoy he tenido el barrunto, y la ilusión, de que
me había sido dada la fortuna de escribir un nuevo poema. ¡Por fin!, me he dicho, con un entusiasmo casi olvidado. Y me he puesto a ello con afán y mi mejor disposición de ánimo. Pero cuando más
engolosinado estaba pensando encabalgamientos, heptasilabando versillos con los dedos, amigando
estrofas entre sí, ha llegado una musa, inclemente, cruel, y me ha quitado el
caramelo de la boca para dárselo a otro. Ni un verso me ha dejado, la muy puñetera.
Y me he quedado con una cara de
panoli que para qué. Vamos, eso que siempre se ha dicho de “compuesto y sin novia”.
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