Lo
que no se puede es estar siempre tentando a la suerte a base de cobrar
suplementos ficticios y abusivos a los pasajeros.
O
llevarlos a su destino dándoles vueltas y más vueltas innecesarias para
incrementar la tarifa hasta casi rozar el timo, cuando no la estafa.
Yo
sólo pago lo que marca el taxímetro por la ruta más corta posible.
Ni
un duro de más.
Y
me importa un bledo si este era el justo y los demás los pecadores.
Imagen: Weegee
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