Hace unos días, mientras iba conduciendo, escuché en la
radio la fórmula del insulto perfecto. La archivé en la memoria y hasta
que me ha hecho falta no había vuelto a acordarme. El asunto es tan sencillo
como añadir el adjetivo “esférico” al sustantivo adecuado al caso: tonto,
imbécil, gilipollas…
Ayer hice la prueba: -¡Eres un gilipollas esférico (este
no parecía tonto ni imbécil, aunque bueno, puede que también lo fuera) porque lo eres desde
cualquier lado que se te mire! -le dije al fulano.
Y funciona. No supo qué responderme.
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