No pudo ser; la muerte, inclemente y terca, nos lo arrebató casi de golpe va a hacer ya ocho años.
Realicé este poema-objeto (una taba, una canica, una ilustración de tebeo, una chapa y una peonza sobre una base de madera) en homenaje a un verso suyo (Los niños del verano calle arriba) incluido en el que fue su primer libro, La ciudad blanca, toda una declaración de amor a la hermosa ciudad de Lisboa.
Lusista de corazón, él me hizo amar tan hermoso lugar y la literatura portuguesa; os podéis figurar sin temor a equivocaros que mi vida es mucho más rica desde entonces y que mi deuda con su generosidad y maestría es eterna.
Lo dejo aquí como homenaje y en su memoria.
Un abrazo, amigo.
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