Ayer, invitado por mi querida amiga Emilia Oliva, fui a hacer una lectura de mis "morerías" para unos grupos de alumnos de ESO en el IES "Francisco de Orellana" de Trujillo.
De buena mañana, y "arropado" por la lluvia -"me ha caído la mundial" por el camino, tanto a la ida como a la vuelta- he cogido carretera y manta y me he plantado allí a la hora convenida.
A ojo de buen cubero -Emilia me desmentirá si yerro en demasía en el cálculo-, podría haber en el salón multiusos del centro alrededor de 50 ó 60 alumnos de entre doce y quince años.
He estado tan a gustito que se me ha pasado el tiempo en un visto y no visto, en un pispás, en un chasquear de dedos; me he encontrado absolutamente cómodo observando sus reacciones, sus risas, sus cuchicheos, sus gestos de asombro...
Al final de mi intervención he pedido si alguien se atrevía a leer alguna de las que un pajarito me ha chivado que habían escrito.
Y una de las alumnas, Rebeca, sobreponiéndose a la timidez me (nos) ha regalado esta perla, esta greguería que me ha parecido soberbia:
El contenedor de la basura es la nevera de los gatos.
Si Gómez de la Serna viviera en esta época estoy convencido de que la firmaría sin rubor alguno; es más, yo diría que hasta con orgullo.
Gracias, Rebeca, por el regalo.
Y a todos los del instituto por la cálida acogida.
¡Así da gusto, puñetas!
Como siempre, conmovida. Gracias, gracias, gracias por tanto cariño y entrega como pones en tus encuentros con los chicos. Bs
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