BANDO
ACERCA DE POR QUÉ EL AUTOR DE ESTE LIBELO INDECENTE, DE ESTA CANALLÁ SIN
NOMBRE, DE ESTA GUARRÁ INFAME, DE ESTA PUÑALÁ TRAPERA, DE ESTA JOPUTADA DE LAS GORDAS,
HAYA SÍO DECLARAO “PERSONA NON GRATA” PA LOS RESTOS POR EL PLENO MUNICIPAL DE
LA VILLA
Querida
Espe y parientes más cercanos, vecinos todos, paisanos míos que sois vosotros,
forasteros en tránsito:
“El
sitio no está mal, lo peor es la gente”. Esto fue lo primero que dijo el pollo
na más llegar, haciéndose el gracioso y desparramando la mirada entre la concurrencia
casi antes de poner pie en tierra mientras se hurgaba las caries con el
capuchón del boli como si estuviera excavando una mina de oro. Luego se quejan
de que les calienten los morros o les prueben la garrota en los costillares. Si
es que vienen provocando, coño. Chascarrillos así son los que nos encabronan. Y
claro, luego pasa lo que pasa, ¿no había de pasar pues? La gente de por aquí,
ustedes vosotros mismamente, no es mala: la gente de por aquí, como en toas
partes, es como es cuando no puede evitarlo o le andan enreando en los bajos de
mala manera. Y si en este pueblo somos como somos y no tal y como salimos
retrataos en esos papeles llenos de patrañas y embustes, no nos avergonzamos
por ello ni vamos pidiendo perdón por ahí, sépanlo vuesas mercedes y metánselo
bien metío en sus molleras de corcha. Que de tó hay en la viña del Señor, hijos
míos, según nos tiene dicho don Senén (y su palabra “va a misa”, como hay Dios),
y de grandes cenas están las sepulturas llenas por no haberte cobijao a la
buena sombra de un árbol si has madrugao temprano. Dos verdades como dos
castillos, aunque de la segunda no es que esté mu seguro de que se diga así,
pero por ahí le anda. A ver quién es el guapo que me lo discute, venga, a ver
quién es el valiente, que pase el primero si tiene pelotas, que vamos a tener
unas palabritas yo y él.
El
caso es que fuera del cachondeo que se montó cuando guipamos al fulano bajando
del coche de línea (que es una cosa mu entretenía eso de bichear a los
forasteros según llegan, qué voy a contaros que no sepáis), pues eso, que ni fú
ni fá, ni tocino ni solomillo, ni molleja ni pellejo: un sujeto normalico, sin
ná que destacar a simple vista. Bueno, quitando la gabardina llena de lamparones,
el petate cuartelero remendao de colorines con más mierda qu´el palo un
gallinero y el ojo derecho a la cuarenta y una. Un tío del montón, vamos, tampoco
ná del otro mundo.-Vale, alcalde, del montón, pero de la parte de abajo y mirando pa un lao, eh -soltó el Isaías con su gracejo innato en cuanto le echó el ojo encima del ojo. ¿Os acordáis?
Joé, qué pechá de reír con el joío Isaías, qué golpes tiene el condenao; no da puntá sin hilo el hijo de su madre. No os digo más que estoy hasta pensando ponerlo de alguacil. Y hasta aquí puedo leer, como decían en aquel concurso de la tele. Ahí lo dejo, pa que lo vayáis masticando despacito. Pero volvamos al asunto: la cosa es que el puto “Bizco”, después de ganarse nuestra confianza con rondas de vino y piropos, con risas y zalamerías, con cucamonas y halagos, adoptao ya como un vecino más del pueblo… zasca de la frasca: de golpe y porrazo, a traición, pero de la mala mala, se descubrió maquiavélico, artero, diabólico incluso. Un hijoputa con pintas, pa que me entendáis pronto y bien. Nos la pegó con queso, nos untó con pringue el agujerete y nos la metió lo que se dice bien doblá. Pero hasta el fondo. Y eso sí que no: por detrás, ni el bigote una gamba, que os lo tengo dicho muchas veces, que luego te tiras una semana llorando sangre pa poder cagar a gusto. ¿Qué como lo sé yo esto? ¿Y a vosotros qué coño os importa? Lo digo yo y punto pelota. Secreto de Estao, pecadillos de juventú, divino tesoro.
Y mientras tanto nosotros como unos imbéciles, jijí, jajá, tómate otra “Bizco”, vente a comer a casa, llévate unos pimientitos de mi huerta, bailándole el agua al cabronazo, contándole sucesos y anécdotas, hinchándole el macuto y la libretita de historias y chismes que luego él sacaba en los papeles de la capital pa que tó el mundo se enterase de nuestras cosas. Y ninguna buena, no. ¿Pa qué?, pensaría él. Pero, ¿cómo íbamos a sospechar semejante cochiná, tan ruin traición, tal puñalá trapera en los higadillos si somos de natural confiaos, de labia facilona, con el abrazo dispuesto y, a la vista está, más inocentes qu´el asa un cubo?
Tenemos nuestras cosillas, vale, no voy a decir que no, eso tampoco, pero, ¿quién no las tiene, eh? La Encarni, un suponer: que era de carácter agrio tó el mundo lo sabe, como también es verdá que al Ramón lo traía por la calle de la amargura y le negaba la coyunda cuando le venía en gana (o sea, que no le venían las ganas, que ya le valía a la Encarni), pero no es cierto lo de sus brazos de jabalí ni que pegara tan fuerte (puedo dar fe y la doy) como dice este Judas, este filisteo felón, este hijo de mil padres borrachos. Item más, el Genaro: pues sí, un viejo verde y un guarro (en lo que viene siendo la cosa del agua y el jabón en las partes escondías y con pelo), pero cuando el tema le apretaba se iba de putas como se ha hecho toa la vía y sin meterse con naide. Más suave que un guante que volvía el joío de la excursión, con una medio sonrisilla… Qué sabia y qué inteligente que es la naturaleza, oye. Cómo templa el ánimo el asunto este del fornicio, del frote de bajos, del metisaca rico, del dale que te pego, del ven pacá, jamona, que te voy a poner mirando pa la parte de los montes de Toledo y luego pa la torre ifel. ¿Verdá que sí? Y que conste en acta (secretario, toma nota) que lo enterramos en sagrao con tós los que l´han diñao de aquí p´atrás. Que pa eso llevaba pagando sin fallar ni uno, que lo sé de buena tinta, los recibos de El Ocaso desde la guerra de Ifni, y esta es una firma seria y respetable como pocas en el ramo de decesos. Otrosí, el Urbano: el Urbano no ha jugao a las cartas en su puta vida, que lo suyo de siempre es el dominó. Ahí sí que no hay ná que hacer, macho: como no salgas de mano y te lo quites de encima a la primera, te comes el seis doble como mi pobre hermana se va a quedar soltera por la cosa del bigote y la verruga, que mira que no ha habío manera no ya de casarla, que ya he perdío no solo toa esperanza de tener algún sobrinico, sino ni siquiera de secar el mostacho ni la verruga. Y también doy fe de esto, que pa eso soy el primogénito y el alcalde. ¿Estamos?
(Continuará...)
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