Híceles desde luego algún obsequio
con objeto
de disponer su ánimo: esperaba
que posasen delante de mi cámara
y que me condujeran al lugar
a todo trance -me faltaban
ciertas aves aún del paraíso-
Acabaron
por consentir.
Mi gabinete fotográfico
estaba al aire libre. De unas cuerdas
pendían unos harapos de cortezas curtidas
Cambié unos abalorios de colores por unas
magníficas hileras de dientes blancos
Acabé seduciéndolos con un espejo roto
A pesar de su aspecto terrible
se atrevieron, sonrientes, a pedirme
algunas cuentas de regalo.
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