Hacedme caso; si os encontráis un paraguas por la calle, no lo cojáis, dejadlo estar. Lo más probable es que su legítimo dueño lo haya abandonado a propósito, harto de él.
Puede parecer inofensivo, un regalo caído del cielo, pero la mayoría de ellos tienen vicios adquiridos que son imposibles de corregir.
Ignorad este consejo, y la próxima vez que llueva os mojáis seguro.
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