Ayer, como de costumbre y siempre que puedo -que no siempre puedo-, me regalé mi "siesta del obispo" (ya sabéis, aquella que decía Cela de Padrenuestro, pijama y orinal).
Cuando bajé de la buhardilla con los ojos aún legañosos en busca ansiosa de mi café vespertino, me encontré en el mueble de la entrada una caja con remite de La Isla de Siltolá repleta de ejemplares de este libro de aforismos que su entusiasta editor, amén de poeta, Javier Sánchez Menéndez, me encargó hace unos meses.
Recibir en casa ese libro que uno ha estado trabajando durante un tiempo impreciso, poder tocarlo, leerlo, hojearlo y ojearlo, es una sensación que uno cambiaría por pocas cosas.
En la caja venían también sendos ejemplares de Motivos personales, de José Luis Morante, y Mapa de ningún sitio, de León Molina. Los tres títulos -en los que se da la curiosa coincidencia de que los apellidos de los autores comienzan por M- inauguran una nueva colección de la editorial dedicada exclusivamente al género aforístico y que ya anuncia su continuación con autores de la categoría de Isabel Bono, Manuel Neila o Gregorio Luri.
Y uno se alegra también muy mucho de semejante compañía en la aventura.
Es Algo que perder -que debe su título a uno de los aforismos que lo componen: "No te confundas: al final siempre hay algo que perder"- un libro que antes de su publicación ha pasado por algunas manos amigas; de ese tránsito amistoso volvió con algunas sugerencias y correcciones que a buen seguro lo han hecho mejor. A todos ellos no puedo más que darles las gracias de corazón por su tiempo y sus consejos, al igual que a los autores de las fotografías que van insertas en él: Manuela Guerrero Carmona y Ceferino López.
Una buena sinopsis de lo que el lector podrá encontrar en sus páginas es la nota de la contra que mi querido Miguel Ángel Lama tuvo a bien escribir para él:
"Los aforismos de Algo que perder son una consecuencia
natural de una trayectoria literaria diversa; pero, en conjunto, tendente a lo
conciso, en la que incluso los textos más largos pueden descomponerse en
trozos. Brevedad y agudeza. Concisión e incisión, de superficie y de hondura.
De pensamiento. Un reto para el lector: encuentre en estas páginas la sentencia
de la que se extrae el título del libro. Cuando la halle, siga leyendo hasta el
final. No se deje nada".
Un regalo anticipado de cumpleaños.
Para que luega venga Eliot diciendo que "abril es el mes más cruel".
A tenor del título del libro, he recordado unos versos de Aute, pertenecientes a una de sus 24 canciones breves: "Si algo tuve que ganar / fue el derecho a no perder." En el fondo, seguro de que era consciente de que la pérdida es siempre ineludible.
ResponderEliminarUn abrazo. Y enhorabuena, de nuevo.