viernes, 4 de julio de 2014

Un paseo


Paseo bordeando el lago que los romanos que habitaron estas tierras hace dos mil años construyeron para abastecer a la ciudad; al otro lado de la cerca de púas que rodea una finca, toros zainos y vacas jóvenes y malencaradas pastando su bravura en la dehesa, mastines ocres desparramando su molicie a la sombra glauca de una encina, un gañán barbilampiño acarreando estiércol en una carretilla que chirría como ratón atrapado por la cola… 

Una pequeña corriente, un minúsculo regato fluyendo hacia el lago multiplica y esparce su breve rumor al chocar con el lecho de piedras, rocalla antigua con canales y túneles horadados por el agua con su paciencia de siglos, gusano líquido y tenaz hilvanando sus caprichosos meandros y desvíos sin tregua ni descanso, ajeno al humano tiempo y sus inmediatos afanes.

Ranas, sapillos, esos insectos zancudos, patinadores gráciles por la superficie en calma de los charcos estancados, un pececillo que salta sobre la superficie atrayendo, inconsciente y suicida, la atención y codicia del martín pescador, pespuntean un silencio abrasador.

Acabo el paseo entre trochas feraces, pringoso de la miel de las jaras florecidas.

1 comentario:

  1. Sin duda, un paseo hermoso y productivo. En ese lago, ha más de 30 años, acostumbraba a ir a bañarme cuando el destino me llevó a trabajar a Emérita Augusta. ¡Qué tiempos!

    Un abrazo.

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