miércoles, 9 de julio de 2014

Del diario de un viejo lobo de mar (fragmento)



aciaga fue la única tarde
que pasamos en Islandia:
recién llegados, desde la rada
veíamos morir el humo de los vapores
y soñábamos con morsas y esquimales,
periplos futuros por el frío

un arpón ballenero,
la cornamenta de un alce…

islandés me llaman a mí
desde que un géiser produjo
los estragos que esta cara deforman

(De Contrabando, ERE, 1987)

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