Escupiendo
su desprecio con ese tono suyo tan humillante me dijo sudaca, me dijo negrata,
me dijo moraco…
Y
yo allí, aguantando el chaparrón de sus ultrajes porque no tenía papeles.
Hasta
que me llamó foráneo.
Aquello
fue superior a mis fuerzas.
No
tuve más remedio que estamparle en el cráneo el pisapapeles de bronce con forma
de globo terráqueo.
Ya
verás como ahora me empapelan.
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