Hay veces en que los eufemismos -pocas, pero las hay-
mejoran de largo el original. Decimos de común, por ejemplo, “mear fuera del
tiesto” y sí, bueno, vale… Un tanto chabacano, pero todo el mundo lo entiende.
Pero llega un tipo y, en medio de un diálogo absurdo para cortar la verborrea
disparatada de su interlocutor, en lugar del soltarle el chascarrillo
escatológico, le dice: “Cálmese, doctor, cálmese; ha estado usted razonando
fuera del recipiente”*.
A mí me parece que la cosa cambia mucho para bien.
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