domingo, 30 de octubre de 2011

Montaña rusa


Con la absurda idea de que así les daba una sustancia que nunca tendrían (“De donde no hay no se puede sacar”, sentencia la máxima popular con acierto), adornaba su pensamiento y su discurso con toda clase de piruetas y tirabuzones verbales.
Igual que las montañas rusas en los parques de atracciones: mucha velocidad y estruendo para terminar, al cabo, exhausto y sudoroso en el lugar de siempre sin haber avanzado ni un ápice hacia ningún sitio, condenado a repetir inútilmente un trayecto en espiral que no lleva a ninguna otra parte que no sea el punto de partida. Una vez tras otra.
Y para más inri, aburriendo a los pasajeros, sin ninguna gana ya de repetir el viaje.

2 comentarios:

  1. Pues sí, menos piruetas y más caminar hacia delante.
    Hasta la próxima.

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  2. A veces, quizá inconscientemente, cualquiera puede verse tentado a ese viaje en la montaña rusa. Sólo una vez fuera de ella, y con el debido espíritu de autocrítica, cada cual deberá reconocer sus propias faltas.

    Por otra parte, tienes toda la razón, y entusiastas de la pirueta los hay a montones.

    Un abrazo.

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