“Cuando Esteban Peicovich caminaba hacia el este del Edén, antes que nada se encontró con el silencio. […] En los infinitos cruces de caminos en la arena a veces también aparecía la figura de un cero trazado con un dedo en la arena junto a un dado que era la brújula del tiempo. Por medio de uno de esos dados Esteban Peicovich se orientó hacia un lugar que no era un espacio físico sino sólo una ciudad que Caín había construido con palabras heréticas, heterodoxas, marginales. Se llamaba Babel y todos sus habitantes se dedicaban sólo a hablar, a forjar cuchillos, a tocar variados instrumentos de música, creando con ellos otros sonidos que introducían en el interior de las palabras formando sus ritmos. Babel sólo se regía por una ley: las palabras eran propiedad de todos. El genio consistía en repetirlas con amor, aunque otro las hubiera inventado.
(Del prólogo de Manuel Vicent)
La falta de pasión (47)*
"Lo que ocurrió es que apenas el hierro atravesó las primeras capas blandas de la muñeca, el pulgar se dobló, saltando hasta colocarse en dirección opuesta a la de los cuatro dedos, que sólo se doblaron ligeramente.
La herida en la muñeca es la mejor definida. Sus bordes son netos y la sangre brota oblicuamente de ella. La muñeca derecha fue la más torturada mientras que la izquierda quedó clavada con rapidez y precisión. Una vez clavadas las muñecas, el madero fue izado, lo que provocó la caída del peso del crucificado hasta que fue frenado por los hierros que atravesaban sus muñecas. El frenazo dejó tenso el brazo, a un ángulo de 65 grados, con el palo vertical. Si repartimos el peso del cuerpo entre ambos brazos -40 kilos cada uno- la fuerza de tracción ejercida sobre el brazo equivale a 95 kilos.
El hundimiento del hombro derecho pudo deberse a una deformación profesional derivada del trabajo ejercido por el galileo durante veinte años como carpintero.
El verdugo se valió de dos clavos: uno para cada pie".
(Extracto del informe de los doctores Cordiglia, Ricci y Barbet sobre las radiografías tomadas a la Sábana Santa de Turín).
Petite historie (56)
"Imaginemos la Historia de la vida terrestre comprimida en un año.
En esa escala, los ocho primeros meses estarían desprovistos de vida.
En septiembre, virus y bacterias.
En octubre, las medusas.
Los mamíferos recién en la segunda semana de diciembre.
Y el hombre,
tal como lo conocemos, entraría en la escena,
aproximadamente sobre las 23:45
del 31 de diciembre".
(Un símil de la edad de la Tierra dado en un libro de historia para ninos).
El hueco de la cabeza (114)
"Tras la noche, vuelve a su ser".
(Así me transcribió un empleado de El Corte Inglés, de Madrid, la excelencia -heideggeriena- de una almohada que no perdía su forma).
Textos extraídos del libro "Poemas plagiados", de Esteban Peicovich.
Ed. Germanía, Alzira, 2000.
* Los números entre paréntesis indican el orden en que aparecen en el libro.
(Del epílogo de José María Parreño)
Esteban Peicovich nació en 1930. Autodidacta. Poeta. Periodista. De pesador de chilled y frozen beef en un frigorífico de La Plata (12 años) pasó a redactor, columnista y crítico de cine en el diario Clarín. Como enviado de ese medio al extranjero recibió el Premio Nacional Kraft al mejor periodista de diarios de 1963.
En 1964 fue nombrado secretario de redacción de La Razón. Entre 1974 y 1987 fue corresponsal en el exterior y a su regreso al país, presentador de programas de televisión y radio. Entre ellos Los Palabristas. Desde 1995, Peicovich es columnista del diario La Nación.
Su obra literaria y periodística incluye: Palabra limpia en mí (1960), La vida continúa (1963), Hola Perón (1965), Historia viva (1966), Introducción al camelo (1970), La poetisa analfabeta (1974), Reportaje al futuro (1974 España), El último Perón (1975 España), Instrucciones al pavo real (1993, Argentina), La bañera azul (1995, España), Poemas plagiados (2000, España), Gente bastante inquieta (2001, Argentina) y Así nos fue (2002, Argentina).
"Y es que la poesía vive silvestre y muchas veces en los libros de versos es el único sitio en que no está”. Sólo por esta frase, ya se ha ganado mi respeto Estevan Peicovich, si además le sumamos tu extensa trayectoria...
ResponderEliminarBuen post, interesante, instructivo y ameno.
Un lujo venir a leer.
Mercedes: a mí me deslumbró cuando lo descubrí. Ese ojo para ver lo poesía donde los demás pasamos de largo. Esa lección de que la palabra poética está en todas partes.
ResponderEliminarHabrá más entregas.
Gracias por tus palabras.
Abrazos.
Elías, interesantísimo autor, al que no tenía la suerte de haber descubierto. Gracias por mostrárnoslo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Elias buenas noches, no conocia a este poeta.
ResponderEliminarGenial que lo hayas puesto
Antonio, Madison: mi respuesta es la misma para ambos; es imposible conocerlos a todos.
ResponderEliminarPero es hermoso compartir los descubrimientos que nos impactan para que los demás puedan también disfrutarlos.
Me alegro de haber acertado.
Abrazos.