73. Los pequeños editores son como el artista del hambre de Franz Kafka: no bajan nunca de la cuerda floja. Y si bajan ya no vuelven a subir. Perdón, me confundí, quise referirme a un artista del trapecio. El hambre de los editores me traicionó.
(El dueño o gerente de una distribuidora de libros llamada D.O.R., Madrid)
74. ¡Mire qué cornada me dio la bestia! Con los años se me ha ido secando el pecho como una pasa de higo. Ahora respiro una de cada tres.
(Un banderillero retirado, en La Maestranza, Sevilla)
75. Quizá lo que llamamos luz es la sombra de Dios.
(Durante un recital del poeta peruano Jorge Eduardo Eielson)
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