martes, 9 de febrero de 2021

Cadáver

 

Eterno inmóvil ya, como en un sacrificio pagano el cadáver de la bestia ofrece sus vísceras al sol del mediodía, al ámbito oscuro de la luna, sus órbitas vacías y miembros lacerados por la voracidad del tiempo y las alimañas.

Se enceniza y aja la piel al compás de los días con su podredumbre a cuestas, se humilla su testuz antaño tan orgullosa, torna al polvo de siempre el eco y la dureza de esos cascos y pezuñas que antes hollaron en paz los caminos.

Por bocas y picos, por garras y colmillos asediada, olla hirviente de gusanos, la osamenta animal enflaquece al ritmo que le imponen insectos y carroñeros, el torvo fluir de las estaciones, su áspera intemperie, el olvido triste de los días que inclementes pasan.


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