viernes, 26 de enero de 2018

Proust


Ayer, mientras hacía tiempo fumando un cigarrillo antes de entrar en una consulta médica con mi mujer, me entretuve observando un rato a un grupo de muchachos que jugaban al fútbol en la calle: un partidillo de esos que en mi barrio llamabámos "gol regañao", un tres para tres con todo el asfalto y las aceras como campo de juego.
Lo hacían bien los mozalbetes. En todo el tiempo que estuve pendiente de la deportiva refriega, el resultado saltaba de empate en empate: marcaban unos, marcaban otros, marcaban unos, marcaban otros...
Tentado estuve de sumarme a uno de los grupos para inclinar la balanza pero, afortunadamente, me contuve a tiempo.
Cuando entré en la consulta, la cosa seguía empatada.
Cuando salí, ya se habían marchado.
Fue mi magdalena de Proust del día.

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