Con esta panda de malandrines y bribones -y los caídos con honor en el frente de la poesía y la cerveza, loados sean- he pasado un fin de semana espléndido.
Como la luz que bañaba Plasencia o los abrazos de algunos queridísimos amigos que hacía mucho que no veía y me distinguen con su afecto, y otros nuevos y ya para siempre.
Si me pongo a citar nombres seguro que se me olvidaría alguno -¡ay, la memoria, esa casquivana loca!-, así que gracias a todos, amigos.
Aunque no puedo dejar de citar a mi querido y admirado José María Cumbreño Espada, muñidor y artífice de esta hermosa locura, y su compinche Juan Ramón Santos, que la han hecho posible para disfrute y solaz de esta gente de mal vivir.
Sed felices, hacedme el favor.
Y el año que viene, más.
Como la luz que bañaba Plasencia o los abrazos de algunos queridísimos amigos que hacía mucho que no veía y me distinguen con su afecto, y otros nuevos y ya para siempre.
Si me pongo a citar nombres seguro que se me olvidaría alguno -¡ay, la memoria, esa casquivana loca!-, así que gracias a todos, amigos.
Aunque no puedo dejar de citar a mi querido y admirado José María Cumbreño Espada, muñidor y artífice de esta hermosa locura, y su compinche Juan Ramón Santos, que la han hecho posible para disfrute y solaz de esta gente de mal vivir.
Sed felices, hacedme el favor.
Y el año que viene, más.
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