Esta mañana, trasteando un poco al voleo en mis carpetas de música, me he tropezado de repente con esta Baladilla de los tres ríos que Pepe Albañicín bordó con su cante por milonga. El poema pertenece al libro Poema del cante jondo, de Federico García Lorca y éste se lo dedicó a su amigo Salvador Quintero en 1921.
No he podido quitármela de la cabeza en todo el día; no sé cuántas veces la habré escuchado hoy.
Hasta la he venido cantando -fatal- en el trayecto en coche hasta mi trabajo.
Baladilla de los tres ríos
va entre naranjos y olivos.
Los dos ríos de Granada
bajan de la nieve al trigo.
¡Ay, amor que se fue y no vino!
El río Guadalquivir
tiene las barbas granates.
Los dos ríos de Granada
uno llanto y otro sangre.
¡Ay, amor que se fue por el aire!
Para los barcos de vela,
Sevilla tiene un camino;
por el agua de Granada
sólo reman los suspiros.
¡Ay, amor que se fue y no vino!
Guadalquivir, alta torre
y viento en los naranjales.
Darro y Genil, torrecillas
muertas sobre los estanques.
¡Ay, amor que se fue por el aire!
¡Quién dirá que el agua lleva
un fuego fatuo de gritos!
¡Ay, amor que se fue y no vino!
Lleva azahar, lleva olivas,
Andalucía, a tus mares.
¡Ay, amor que se fue por el aire!
Pedazo interpretación! Y eso que yo no sigo este tipo de música; pero ésta llega. Llega fuerte.
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