lunes, 21 de mayo de 2012

Inéditos en DVD (1)


Hará unos tres o cuatro meses, el poeta Juan Manuel Macías me pidió algunos textos inéditos para la sección de Firmas invitadas que él coordina en la página de la editorial DVD.
Como os podéis figurar recibí su propuesta con entusiasmo y gratitud. La posibilidad de aparecer en compañía de tal listado de escritores me llenó de gozo.

Estos fueron los textos que le envié y que Juan Manuel tuvo a bien publicar en dicha sección:

17 fragmentos...

Algunas decisiones, como las sopas en invierno, es mejor tomarlas "en caliente", antes de que se enfríen y no haya forma, sí, de tomarlas.

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Cada paso que das te lleva a atravesar una nueva frontera.
Cada palabra que no pronuncias va cerrando la burbuja en la que flotas.
Cada abrazo que te guardas te va pudriendo por dentro.

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La pomposa e inútil vanidad de los panteones. Cuánto mejor me parecen -ya muertos, qué más da- la camaradería eterna de la fosa común, el nicho anónimo, las cenizas aventadas.

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Regresar a casa todos los días con una indefinible sensación de derrota y abandono.

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En el entretiempo de la primavera y el otoño, el abanico y el paraguas, al igual que boxeadores al principio del combate, se estudian a distancia y en detalle, se tantean a fondo buscando el sitio exacto donde asestar el golpe definitivo en un silencioso y, no obstante, elocuente baile de intenciones.

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Cuando no eres capaz de explicarte la fascinación que sientes hacia alguien, hacia algo; esa es la clave de la existencia: un amor, un amigo, esos libros, aquella música...

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He vencido en la batalla, me curo las heridas, me retiro a mis cuarteles... ¿Pero cuál es el botín, cuál la recompensa a este esfuerzo de sangre y privaciones?

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El cuchillo de lo leído abre la herida de lo escrito.

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Hubiera querido ser escritor por encima de todo. Ponía en ello todo su esfuerzo, dedicaba al asunto las mejores horas de su tiempo. Vano empeño, inútil afán.
Porque las palabras, visto cómo y con qué saña las maltrataba en sus conversaciones diarias, se la tenían jurada.

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La agonía, no la muerte.
La pérdida repentina o paulatina de dignidad, no la muerte.
El dolor inmenso y pertinaz, malvado, royéndote por dentro, no la muerte.
Y no acabar de morirse de una vez por todas llegados a este punto.
Eso es lo terrible, no la muerte.

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Hay un momento en la vida en que- igual que cuando accionamos un interruptor para apagar la luz- da inicio, irremisiblemente, eso que hemos convenido en llamar declive. Un momento en el que de nada nos vale mirar hacia atrás desde la cima a la que hemos llegado -no importa cómo, ni a costa de quién, ni con qué despreciables métodos-, y desde la que solo vemos, temblando de miedo aunque no lo admitamos, la cuesta abajo que tenemos frente a los ojos, a nuestros pies, esa pendiente ineludible que acabará por precipitarnos a la muerte en cuanto pongamos esos mismos pies en ella.

*
Me gustaría volver a tropezar de nuevo con "aquella" piedra.

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A la hora de evitar futuros errores y traspiés, uno suele acordarse de las lecciones impartidas por la vida -que nunca se cansa de darlas- poco, tarde y mal.
Por lo que es casi imposible no volver a cometerlos de nuevo con su inevitable secuela de desastres y desgracias.

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Tengo una identidad anónima que todo el mundo conoce. Sospecho que algo falla.

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Que tu mano derecha no sepa nunca lo que hace tu mano izquierda. Y viceversa. Porque corres el riesgo de que en cuanto lo supieran, se mataran la una a la otra y no te quedaras más que con dos hermosos e inútiles muñones.

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El poema es un fulgor que antes no existía.

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Escribo porque no siempre estoy de acuerdo. ¿Con qué, con quién, por qué? No lo sé exactamente. Por eso escribo, para ver si me entero de una vez y me aclaro con mis desacuerdos e incertidumbres.

4 comentarios:

  1. Gracias, Elías. Es un placer tenerte entre nuestras firmas invitadas. Un abrazo.

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  2. Estupendos. Enhorabuena. Y un abrazo.

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  3. Las gracias a ti, Juan Manuel. Ha sido todo un honor. Mañana -bueno, ya dentro de un rato- la segunda parte.

    Abrazo.

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  4. Gracias, Jesús. Me alegro de que te hayan gustado esas reflexiones.

    Y otro abrazo para ti.

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