martes, 3 de abril de 2012

Habilidades


Puedo bajar completamente a oscuras -sin apoyarme en las paredes, sin tropezar ni una vez, sin vacilación alguna- los cuarenta y cinco escalones que hay en mi casa desde el sótano hasta la buhardilla.
(Bueno, acaso mejor, viceversa, desde la buhardilla al sótano, ya que hablamos de bajar).
Puedo cocinar, fumar, oír música y beber cerveza, todo al tiempo, sin que se me queme el guiso, se consuma el cigarrillo por el olvido, se termine el disco de repente o se caliente la cerveza, que entonces sí que no hay forma de beberla.
(Y rebatir, de paso, esa absurda teoría, tan festejada por algunas féminas, de que los hombres somos incapaces de hacer dos cosas al mismo tiempo).
¿Cómo que no podemos? Ahí va un ejemplo: dormir y roncar.
A ver qué mujer que haya compartido lecho con varón no lo suscribe.
Me apaño bastante bien, como veis, en diferentes ocupaciones y quehaceres.
Pero cuando sí me siento un inútil, cuando de verdad me tildo sin empacho de torpe e incapaz, cuando no sé qué hacer ni qué decirte, es si me miras de esa manera.

1 comentario:

  1. Miradas inutilizantes, paralizantes. Miradas que entran dentro de uno como el vendaval que entra por la puerta revolviendo la casa antes de salir por el portón de atrás.

    ResponderEliminar